JESÚS, RESTAURADOR



A la puesta del sol, llevaron ante Jesús toda clase de enfermos, y Él los curaba poniendo las manos sobre cada uno. Muchos estaban poseídos por demonios, que salían de ellos gritando: -¡Tú eres el Hijo de Dios! (Lucas 4:40-41)


Pienso que sin un contexto más amplio es difícil entender el total significado de la venida de Dios a nuestro mundo en forma humana. Del mismo modo se hace complicado interpretar su trabajo misional, sus gestos, sus acciones. Nuestra teología es un filtro -ni bueno ni malo, simplemente un filtro- a través del cual observamos el ministerio de Jesús y le damos sentido a cada una de sus acciones. El tradicional, el mayormente usado hasta ahora, es por decirlo de alguna manera, marcadamente espiritualista. Resume el trabajo de Jesús a poder llevar al cielo a la mayor cantidad posible de personas, dejando intactas o pasando de puntillas por otras dimensiones de la realidad humana y no digamos social, económica o política. Este acercamiento no ve personas, ve más bien almas y esta concepción se plasma hasta en el lenguaje que usamos ¡Señor, salva almas!

Creo que necesitamos un filtro diferente que nos ayude a entender con mayor amplitud y profundidad la complejidad humana y, consecuentemente, el trabajo redentor de Jesús. Una visita a los capítulos 1 al 3 del libro de Génesis es obligada para poder obtenerlo. Esos pasajes representan nuestra cosmogonía, es decir, nuestra explicación del origen de las cosas, de la situación del universo y de la experiencia humana en general. Un rápido repaso nos muestra los efectos catastrófico que el pecado -la rebelión del ser humano contra Dios y su autoridad- tuvieron para la humanidad en particular y el universo en general. El ser humano experimentó cuatro grandes rupturas: Con Dios, interna consigo mismo, con su prójimo y con la creación. Todas las dimensiones de la experiencia humana se vieron afectadas. El pecado no sólo nos afectó espiritualmente, también lo hizo física, emocional, social y ecológicamente. El pecado nos ha infectado y, consecuentemente, se ha propagado por todas las expresiones de la humanidad, la cultura, la política, la religión, la economía, el arte, etc. El pecado hizo inviable el proyecto de humanidad y de universo que Dios tuvo en mente. El universo en que vivimos y el tipo de seres humanos que somos no es, ni por asomo, el que Dios pensó y diseño. Somos un proyecto fallido, un proyecto que no pudo ser. 

Para eso, afirma Juan en su primera carta, vino el Hijo de Dios, para deshacer las obras del maligno, para ser viable la humanidad que el pecado hizo inviable. Para generar ese hombre nuevo del cual Él es el primero, el modelo, el prototipo, el hermano mayor. El Maestro no vino únicamente para llevarnos al cielo, vino para restaurar todo aquello que el pecado rompió. Entiendo que es a la luz de este contexto mayor y más amplio que hemos de ubicar todo lo que Jesús hizo y dejo de hacer.


¿Hasta que punto puedes identificar en tu vida esas cuatro rupturas que el pecado ha producido en la experiencia humana?

Comentarios

  1. Lo veo en mi alrededor continuamente. Estuve afectado por esas consecuencias y sigo pagando alguna de ellas. Busco la restauración completa que se solo conseguiré cuando sea transformado totalmente en la otra parte de la existencia humana, del otro lado de la eternidad. Se que puedo disfrutar de algunas ventajas excepcionales que me da el "paquete" de ser seguidor de Jesús para anular algunos de los efectos del virus "pecado" trajo sobre mi humanidad. Gracias Jesús por ser mi camino, mi verdad y mi vida.

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