SALMO 78/ ESCUCHAR
Pueblo mío, escucha mi enseñanza, atended a las palabras de mi boca. (Salmo 78:1)
Creo que vale la pena considerar el efecto que el entorno en el que vivimos ejerce sobre nosotros. Pensemos por un momento en la comunicación. Estoy sentado en la mesa, delante del ordenador, escribiendo este comentario. En esta misma computadora tengo cinco o seis cuentas de correo electrónico, tres páginas de facebook que administro y mi twitter. A mi izquierda tengo mi teléfono móvil recibiendo su ración diaria de electricidad para poder funcionar. A escasos metros se encuentra mi tablet. Estamos acostumbrados a un aluvión de información, a recibir imputs constantemente y rápidamente. Nos irritamos si la conexión de Internet es lenta, si nuestro correo no es respondido de forma inmediata y si el whatsapp que enviamos no ha sido devuelto con la información o respuesta que esperábamos. Con un sólo clic tenemos universos de información a nuestro alcance. Todo debe ser rápido, variado, divertido, instantáneo y llamativo. No es de extrañar que vayamos perdiendo la capacidad de escuchar la voz de Dios en la vida cotidiana y cada vez, no solamente nos resulte más difícil, sino también más tedioso el simplemente escuchar la voz del Señor.
Porque para escuchar la voz de Dios hace falta aquello que la sociedad nos ha hecho perder, calma, tiempo, silencio y concentración. Para oír al Padre hay que acallar muchas voces interiores que compiten con la suya. Dios susurra, los medios de comunicación gritan. Cada vez hay menos gente diestra en el arte de escuchar la voz de Dios, de saberla distinguir entre tanto ruido y contaminación acústica. Muchos piensan que Dios es como google, presionas una tecla y está a tu disposición para responder todas tus preguntas, atender todas tus quejas, saciar toda tu curiosidad porque, al fin y al cabo, a quién le importa lo que Él tenga que decir.
¿Cuán diestro eres en escuchar la voz de Dios?
¡Dios tiene mucha competencia! Ese puede ser un titular en estos días. En la versión TLA este Salmo ns dice "Pero ellos siguieron pecando, dudaron del poder de Dios" (Vs 32).
ResponderEliminarEsta es una de las razones de no escuchar la voz de Dios. Dudamos del poder de Dios, dudamos de que pueda hablarnos hoy, no tomamos a Dios en cuenta, caminamos por la vida como si el universo funcionara por una fuerza invisible sin relación alguna con nosotros.
Dios tiene mucha competencia, tiene que competir con miles o millones de voces en todas las áreas de la comunicación. Si es un reto para mí mismo, apartarme, separarme de tanto ruido mediático y buscar la voz de Dios, sintonizar en mi interior con el Padre.
La disciplina del silencio, la soledad terapéutica, la meditación, la tranquilidad, el apaciguamiento de los impulsos emocionales, la contemplación de la creación, la búsqueda de paz interior, dirigido todo por Jesús, el maestro que nos indico el camino a seguir.
Buen propósito para comenzar este periodo de mi existencia, crecer en ser diestro escuchar la voz de Dios.