SALMO 33/ JUSTICIA



Él ama la justicia y el derecho. (Salmo 33:5)


Los cristianos evangélicos hemos entendido que nuestro Dios es santo; tenemos muy presente en nuestras mentes el pasaje de Isaías donde hay una visión de la santidad del Señor. De ella nace nuestro énfasis en la moral. Hasta aquí todo correcto, el problema surge cuando enfatizamos una parte de la verdad y con la misma pasión ignoramos y pasamos por alto otra. Nuestra moralidad se ha visto reducida a un puñado de temas que prácticamente son los únicos que nos mueven, la homosexualidad y el aborto a nivel público; los pecados de tipo sexual a nivel personal y comunitario.

Nuestro énfasis en la santidad del Señor se ha hecho a costa de no hacerlo en su justicia. Se nos llena la boca hablando del Dios santo pero pocas veces se oye hablar del Dios justo. Porque precisamente de su justicia nace nuestro comportamiento ético, algo que debe teñir todas nuestras relaciones con el prójimo y la sociedad. Del mismo modo que el Dios santo abomina todo comportamiento inmoral, también, al ser un Dios justo abomina todo comportamiento injusto. El Señor desaprueba aquellas leyes que van contra su santidad y, aunque nos parezca mentira o no le demos la misma importancia, todas aquellas que atentan contra su carácter justo.

Jesús nos enseñó que una cosa es preciso hacer sin dejar de hacer la otra. Esto, en los términos que estamos hablando, significa que debemos de levantar nuestras voces contra toda conducta y legislación inmoral en nuestra sociedad; pero también contra todo comportamiento y legislación injusta en la misma. No podemos ni debemos estar callados contra la corrupción política y económica, el maltrato de los emigrantes, la violencia doméstica, el abuso escolar, las mordidas o coimas, el tráfico de seres humanos, el quebrantamiento de los derechos humanos, la violencia en las calles, el cohecho y tantas y tantas cosas que ofenden profundamente al Dios que ama la justicia y el derecho.

Me parece profundamente hipócrita salir a la calle y alzar la voz contra leyes inmorales y callar cobardemente contra leyes injustas.


¿Qué tipo de equilibrio hay en tu vida entre la santidad y la justicia de Dios? ¿Cómo debe afectar tu comportamiento cívico el hecho de que nuestro Dios ama la justicia y el derecho?

Comentarios

  1. Es tan cierto como cotidiano. Con cuanta facilidad hablamos de pecados morales, juzgando a los de afuera de nuestras congregaciones y a los que están dentro. Es evidente la calificación de pecados en nuestras congregaciones, claro que hacemos obra social para ayudar a resolver la injusticia, pero volvemos a hacer diferencias y escalas a nuestro parecer, y tristemente mezclamos partidismo político, volviendo a juzgar y condenar a los hermanos que militan en otro partido.Cuan alejados estamos de la justicia de Dios.

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