SALMO 24/ PROPIEDAD
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y quiénes lo habitan. (Salmo 24:1)
Los salmos, al menos eso dicen los especialistas, se escriben con un propósito; este concretamente parece ser uno de tipo antifonal que los israelitas usaban en sus servicios religiosos en el templo. Puede ser, sin embargo, no es eso lo que me ha llamado la atención sino la afirmación del primer versículo, el que he reproducido. Dios es el propietario del continente -la tierra- y también del contenido -todo lo que en ella existe, incluidos los seres humanos. Esto da lugar al principio de la mayordomía y del mismo se derivan enseñanzas muy importantes: Dios, como ya mencioné, es el amo de todo, nosotros tenemos la tierra y lo que en ella hay en préstamos y somos mayordomos para su correcta administración, el trato que damos a otras personas está incluido en ese principio de mayordomía y, finalmente, de todo ello tendremos que rendir cuentas, como mayordomos que somos, ante el propietario de todo lo creado.
Esto genera la necesidad de una ecología de la creación que nos lleve al buen y sostenible uso de todos los recursos que hay a nuestro alcance. No podemos, no tenemos el derecho a desperdiciar los recursos naturales y la comida ¡Sencillamente porque no nos pertenecen! y debemos evaluar consciente e intencionalmente nuestros hábitos de consumo. Pero también, y no sé si el término existe o me lo estoy inventando, debemos tener una ecología de las relaciones humanas; entendiendo por esta un cuidado de las personas, de no dañarlas, de procurar, en la medida de los posible su desarrollo como propiedad de Dios que son.
Ecología de los recursos y ecología de las relaciones ¿Qué implicaciones prácticas, aunque sólo sea una, puede tener eso mañana para ti?
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