EL SERMÓN DEL MONTE 46/ ANSIEDAD/ MATEO 6



¿Y por qué preocuparos a causa de la ropa? Aprended de los lirios del campo y fijaos cómo crecen. No trabajan ni hilan y, sin embargo, os digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su esplendor, llegó a vestirse como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy está verde y mañana será quemada en el horno, ¿no hará mucho más por vosotros? ¡Qué débil es vuestra fe!  Así pues, no os atormentéis diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos o con qué nos vestiremos?”.  Esas son las cosas que preocupan a los paganos; pero vuestro Padre celestial ya sabe que las necesitáis.  Vosotros, antes que nada, buscad el reino de Dios y todo lo justo y bueno que hay en él, y Dios os dará, además, todas esas cosas.  No os inquietéis, pues, por el día de mañana, que el día de mañana ya traerá sus inquietudes. ¡Cada día tiene bastante con sus propios problemas! (Mateo 6:28-34)


Jesús no está haciendo en este pasaje una apología de la carencia de previsión ni de la prudencia que se prepara para el futuro y toma las medidas adecuadas para satisfacer las necesidades. El punto central de su enseñanza es la ansiedad, los efectos nocivos y destructivos que puede tener para nuestra vida y la perspectiva correcta para combatirla. La ansiedad es definida como una anticipación involuntaria del organismo ante estímulos externos, sean estos reales o ficticios, que son percibidos por el individuo como peligrosos; estos estímulos pueden ser pensamientos, ideas, imágenes, conversaciones. Alguien ha definido la ansiedad como pagar intereses por una deuda que todavía no se ha contraído. El problema de la ansiedad es que produce un tremendo impacto, no únicamente psicológico, sino también físico en la vida de las personas. Los estudios a nivel mundial indican que un 25% de la población sufrirá a lo largo de su vida trastornos relacionados con la ansiedad. Muchos consideran que se trata de una de las epidemias silenciosas del mundo contemporáneo. Es interesante que en estos versículos además Jesús le atribuye una causa espiritual a la ansiedad. Afirma que es normal que los paganos, es decir, aquellos que no conocen a Dios, tengan ansiedad; pero no debería ser el caso de aquellos cuyo Dios es un Padre amoroso que conoce bien todas sus necesidades.

Pero seamos realistas al afrontar el tema. Aunque seamos seguidores de Jesús no podemos eliminar de nuestras vidas los estímulos que provocan la ansiedad. El propio Jesús habla en estos versículos acerca de la comida, la bebida, el vestido, el futuro. Ciertamente no podemos evitarlos, pero si podemos gestionarlos; en esto radica la gran enseñanza de Jesús. De sus palabras deduzco una clara estrategia para afrontar la ansiedad:

Primero, reconocer y nombrar las causas de la misma. Ponerle nombre y apellidos a los estímulos que recibimos -internos o externos- que generan en nosotros esa respuesta ansiosa.

Segundo, reconocer que todo aquello que nos genera ansiedad, nos preocupa, nos obsesiona y nos roba la paz es conocido perfecta y totalmente por nuestro Dios; el Dios que ha afirmado que juntamente con Jesús nos dará todas las cosas. Reconocer su control y soberanía sobre la historia y sobre nuestras vidas. Meditar en su carácter y compromiso con nosotros.

Tercero, echar en sus manos todo aquello a lo que previamente le hemos puesto nombre y apellidos. La Palabra está llena de invitaciones en este sentido. Isaías 26:3 afirma: "guardarás en perfecta paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado". Jesús mismo indica: "Os dejo la paz, mi paz os doy. Una paz que no es la que el mundo da. No viváis angustiados ni tengáis miedo". (Juan 14:27) El apóstol Pablo nos recomienda: "Nada debe angustiaros; al contrario, en cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido. Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús". (Filpenses 4:6-7); finalmente, y a pesar de que existen muchos más pasajes, mencionar las palabras de Pedro: "echando toda su ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros". (1 Pedro 5:7)

Cuarto, vivir el día a día. Ya en la oración del Padrenuestro Jesús nos enseñó que el día es la unidad de trabajo para afrontar la vida y sus retos, problemas y dificultades. Vivamos el día de hoy, con las fuerzas que el Señor provee, que el día de mañana vendrá con sus propios retos y la promesa de la fidelidad del Padre para ese nuevo día.


¿Cómo puedes relacionar estas enseñanzas con tu propia situación personal? ¿Qué nombre y apellidos tienen tus fuentes de ansiedad? ¿Qué vas a hacer con las mismas? ¿Cómo puedes aplicar estos principios en tu vida hoy y aquí?

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