EL SERMÓN DEL MONTE 43/ TESOROS/ MATEO 6



No acumuléis riquezas en este mundo pues las riquezas de este mundo se apolillan y se echan a perder; además los ladrones perforan las paredes y las roban. Acumulad, más bien, riquezas en el cielo, donde no se apolillan ni se echan a perder y donde no hay ladrones que entren a robarlas. Pues donde tengas tus riquezas, allí tendrás también el corazón. (Mateo 6:19-21)


La versión Reina-Valera utiliza la expresión tesoro en vez de riquezas y, personalmente, me gusta mucho más, le confiere un significado más potente. Un tesoro lleva consigo la connotación de algo que tiene que ser guardado celosamente; un tesoro es algo que valoramos altamente, que es de tremenda importancia para nosotros; tanto como para que nuestro corazón se vincule al mismo. Dada esa importancia es por lo que Jesús nos anima a que seamos muy cuidadosos a la hora de escoger nuestros tesoros; nuestro corazón, es decir, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestra dignidad, incluso nuestro proyecto de vida, lo queramos o no, se vinculará a los mismos. Dada esta potente vinculación el Maestro nos advierte sobre la importancia de que nuestros tesoros no sean perecederos, volátiles, que fácilmente se puedan perder o disipar. Hace falta mucha sabiduría y discernimiento a la hora de hacer las elecciones correctas. La sociedad en la que nos ha tocado vivir tiene un amplio catálogo de tesoros que pone a nuestra disposición para que vinculemos nuestros corazón a los mismos. Son tesoros que prometen altas rentabilidades y dividendos materiales, emocionales, espirituales, intelectuales, de relación y un etcétera tan largo como queramos desarrollarlo. El problema es cuán duraderos y permanentes son ¿Qué hay verdaderamente permanente en esta vida?

Por el contrario, Jesús nos anima a que podamos acumular tesoros en los cielos porque estos son permanentes, no son volátiles ni perecederos. Como frase queda de lo más bonita; de esas que aparecen a menudo subrayadas en nuestras Biblias, pero ¿Qué significa eso en términos prácticos? Los contemporáneos de Jesús pensaban, entre otras cosas, que los tesoros en el cielo eran las buenas obras –la práctica del bien- que un ser humana podía llevar a cabo. También pensaban que se trataba del carácter que uno podía desarrollar a lo largo de su vida. Ambas cosas eran inversiones para la eternidad, cosas que nos podían acompañar más allá de la muerte. Creo que tiene sentido y es consistente con lo que nos enseña el propio Sermón del Monte y el resto de la Escritura. Cuando hacemos el bien tenemos un impacto sobre la vida de otras personas y, además, imitamos la forma de ser de nuestro Padre quien hace lo mismo sobre toda la humanidad. Cuando desarrollamos el carácter de su Hijo en nosotros nos vamos conformando más y más a su imagen, nos vamos haciendo más semejantes a Él que, es uno de los propósitos para los cuales fuimos salvados.

No creo que Jesús esté despreciando otras cosas que son importantes en la vida; hay muchas cosas que son valiosas e importantes y que vale la pena poderlas disfrutar. Creo que su enseñanza está relacionada con hacer de ellas nuestro tesoro, vincular nuestro corazón con las mismas y esperar que ellas sean nuestra fuente de valor y sentido; invertir en cosas que en cualquier momento pueden fallar y nunca tendrán una trascendencia eterna.


¿Tienes identificado tu tesoro, cuál es? Es fácil identificarlo si sigues las huellas de tu corazón ¿Dónde se encuentra éste? ¿Cuáles son las cosas que hacen vibrar, que te apasionan, donde realmente inviertes tu vida? ¿Qué sería para ti desarrollar tesoros en los cielos?


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