EL SERMÓN DEL MONTE 31/ ORACIÓN 3/ MATEO 6
Y al orar, no os pongáis a repetir palabras y palabras; eso es lo que hacen los paganos imaginando que Dios los va a escuchar porque alargan su oración. No os asemejéis a ellos, pues vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad aún antes que le pidáis nada. (Mateo 6: 7-8)
Imagino que no soy la primera persona en el mundo que se ha hecho la pregunta acerca de qué sentido tiene orar si nuestro Padre sabe de qué tenemos necesidad. Si Dios es omnisciente y lleva a cabo siempre su soberana voluntad, es lógico pensar que hará aquello que piense y uno se pregunte si tiene sentido pedir o dejar de hacerlo, pues el resultado será el mismo. Nuevamente aquí es donde vuelvo a ver la oración como un misterio, algo que va más allá de lo que nuestro cerebro puede procesar con sus limitaciones. Sin ninguna duda el Señor no precisa de mis oraciones; estas no le comunican nada que no sepa y sea consciente; mi oración no aumenta su comprensión de las situaciones que yo vivo y experimento; sin embargo, se nos pide orar ¿Por qué?
Debido a que soy yo quien precisa de la oración. Me doy cuenta que al orar genero un proceso mental y espiritual que es tremendamente saludable y necesario para mí. Al orar ordeno mis pensamientos, discierno mis motivaciones, sopeso mis prioridades, gano perspectiva de mis limitaciones y mi necesidad de dependencia del Señor, relaciono mis necesidades con el carácter del Padre y, no menos importante, me abro a escuchar la voz de Dios para mi vida, pues no en vano la oración ha sido definida como un diálogo entre dos personas que se aman. Me doy cuenta que la oración no cambiará a Dios pero definitivamente me cambia a mí.
Jesús nos enseña que oramos a un Padre que sabe y ama. Es importante no olvidar estos dos puntos. Nuestro Dios es un padre amoroso consciente de todas nuestras necesidades y deseoso de darnos lo que le pedimos y precisamos. Él es un Dios que da, que demostró su intención, capacidad y deseo de dar en la persona de Jesús. Esto nos permite acercarnos a Él con paz, tranquilidad y confianza sabiendo que nuestras peticiones están en buenas manos, que su carácter es confiable, que hará conforme a su voluntad que siempre será perfecta para nuestras vidas.
¿De qué forma orar te cambia? ¿De qué modo experimentas a Dios en la oración? ¿Por qué es importante saber que oramos a un Padre que sabe y está dispuesto a dar? ¿De qué modo eso puede y debe condicionar tu oración?
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