MOISÉS/ ENCONTRARSE CON DIOS/ ÉXODO 24
El Señor dijo a Moisés: Sube a encontrarte conmigo en la montaña y quédate allí... (Éxodo 24:12)
Dios, una vez más, sale al encuentro de Moisés en la montaña. A lo largo de las Escrituras ésta ilustra el deseo de Dios de encontrarse con su pueblo. Durante cuarenta días, según nos indica el texto, Moisés estuvo conviviendo con el Señor y éste le mostró su voluntad y le permitió tener comunión con Él. Sabemos, porque así lo indica el libro de Éxodo, que Moisés fue transformado por ese tiempo que pasó con Dios. Por eso al mirarme en ese espejo veo en mí la necesidad de buscar al Señor y pasar tiempo juntamente con Él; con el propósito de ser transformado y entender su voluntad para el mundo en general y mi vida en particular.
Para los seguidores de Jesús la montaña puede ser, como en el caso de Moisés, también un lugar físico, concreto y específico; pero es ante todo un concepto espiritual. Personalmente tengo una montaña donde de forma regular desde hace más de veinte años voy para pasar tiempo de calidad con el Señor, encontrarme y quedarme; se llama Montserrat y está al norte de la ciudad de Barcelona. Pero ante todo y sobre todo es un concepto espiritual; es la necesidad de cada mañana salir al encuentro de Dios y quedarme con Él. Es algo intencional, proactivo, voluntarioso; necesito esa pequeña "montaña cotidiana", que unas veces es mi oficina, otras corriendo por la playa o caminando por las calles de la ciudad. Son esos tiempos donde busco orientación para el día, donde calibro de nuevo mi brújula moral y espiritual. Es cuando de forma intencional busco unirme al trabajo de restauración y reconciliación que el Señor lleva a cabo en este mundo.
Dios sigue invitando a cada seguidor de Jesús a buscarlo día tras día en la "montaña", llegar hasta allí y quedarse con Él. Sin embargo, parece que es todo un reto encontrar el tiempo para este menester. Nuestras agendas pueden estar tan cargadas y saturadas con otras prioridades que nunca hay el momento adecuado para el encuentro con Dios. Si seguimos la lógica aplicada por el Maestro vemos que donde está nuestro tesoro, es decir, aquello que de verdad valoramos, allí está nuestro corazón. Si no hay tiempo para la "montaña" es un signo preocupante de que nuestro corazón anda despistado por el "valle", en busca de otros dioses, otras fuentes de satisfacción. Moisés, una vez más, es un espejo donde reflejarnos y ser conscientes de nuestra propia realidad; una realidad que nos invita a reflexionar y actuar.
¿Qué has visto de ti mismo al mirarte en el espejo que te provee Moisés? ¿Qué pasos prácticos, por pequeños que sean, debes tomar? ¿Cuándo lo harás?
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