JOSÉ/ VOSOTROS Y DIOS/ GÉNESIS 45
Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis y llegó a
Egipto. Pero no os aflijáis ni os reprochéis el haberme vendido, pues en
realidad fue Dios quien me ha enviado aquí antes que vosotros para salvar
vidas. (Génesis 45:4-5)
Estos
versículos sintetizan un largo pasaje donde se narra la búsqueda de alimentos
por parte de los hermanos de José y su encuentro en Egipto. La historia de
José, que comenzó con su venta a los traficantes de seres humanos, va
acercándose a su culminación. Al leer estos capítulos me ha llamado la atención
estos versículos y, de forma específica, la tensión que se crea entre dos
afirmaciones hechas por José “el haberme vendido” y “Dios quien me ha enviado”.
Se puede observar las dos caras de un evento; por un lado la intervención
humana, la venta de José, algo que fue incorrecto y pecaminoso. Por otro lado
la intervención de Dios que usó las consecuencias del pecado de los hermanos de
José para salvar a toda la familia y, de este modo, llevar a cabo su perfecta
voluntad. ¿Exime esto de responsabilidad a los hermanos? ¡En absoluto! Nos
enseña más bien como el Señor cumple sus planes y propósitos de maneras que
escapan a nuestro control y comprensión.
Leer
esto y pensar en Romanos 8:-28-30 ha sido una asociación mental natural. Se
trata del bien conocido pasaje en el que se indica que “todo ayuda a bien para
aquellos que aman a Dios”. Un pasaje que no debe leerse equivocadamente
diciendo que “todo le sale bien a los que aman a Dios”. No podemos usar ese
pasaje para dar ánimos equivocadamente al que pasa por una tragedia personal o
familiar. No hay nada de bueno en la muerte de un niño, un adolescente; en una
catástrofe personal o nacional. No podemos afirmar que aunque ahora no lo
entendamos algún día veremos el propósito de Dios en ello. Hay cosas que ni se
entienden ni se entenderán; hay cosas que no tienen propósito, antes bien, son
un despropósito; resultado en muchas ocasiones de nuestro pecado, maldad,
indiferencia o negligencia.
Lo
que creo que enseña la historia de José y también el pasaje citado de Romanos
es que Dios puede utilizarlo todo, incluso nuestro pecado como lo demuestra el
caso de los hermanos de José, para nuestro bien. Pero no podemos olvidar que
las palabras de la carta de Pablo nos dan el contexto de lo que el Señor
entiende por nuestro bien, a saber, que Jesús sea formado en nuestras vidas.
Por tanto, una manera de leer a Pablo sería: “Dios puede usar todas las cosas
sin excepción para que Jesús sea formado en nuestras vidas”. Y eso es total y
absolutamente cierto. Cuando estamos abiertos a su intervención podemos ver que
todo –de nuevo incluso los resultados negativos de nuestro pecado- Él los puede
volver en instrumentos para formar a Jesús en nosotros. Por eso, ante cualquier
circunstancia, nos podemos preguntar ¿Qué aspecto del carácter de Jesús quiere
Dios desarrollar en mi vida?
¿Qué aspecto del
carácter de Jesús quiere Dios desarrollar en tu vida por medio de las
circunstancias que estás viviendo en estos momentos?
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