JOSÉ/ HUIR/ GÉNESIS 39




Entonces la mujer de Potifar lo agarró por el manto y le rogó: Acuéstate conmigo. Pero José, dejando el manto en manos de la mujer, salió huyendo de la casa. (Génesis 39:12)


Probablemente este pasaje es el primer caso de acoso sexual en el trabajo de la historia que aparece documentado. También, tristemente, nos enseña que fácilmente los acosadores se pueden convertir en víctimas y viceversa. José tuvo que convivir con una situación que no estaba a su alcance  evitar. Era un esclavo y, consecuentemente, cada día debía ir al trabajo, enfrentarse y convivir con alguien que le acosaba. El pasaje nos indica que el acoso y la presión fue en aumento hasta el día en que la esposa del amo vio la oportunidad de consumar sus deseos. La respuesta de José fue huir. Huyó de una situación que no podía manejar, que lo colocaba en una posición de vulnerabilidad. Las consecuencias de todo aquel episodio no es el punto de discusión; el punto es cómo afrontar aquellas situaciones que nos hacen vulnerables y nos pueden llevar a pecar contra Dios, otros o nosotros mismos.

Cuando leía estas palabras de Génesis venían a mi mente rápidamente otros textos de las Escrituras. "No deis lugar al diablo" afirmaba el apóstol Pablo. "Satanás anda alrededor vuestro como león rugiente buscando a quien devorar" advierte el apóstol Pedro. Veo dos cosas que puedo aprender al mirarme en José. 

La primera es identificar aquellas situaciones en las que soy vulnerable. Hay relaciones, acciones, omisiones, espacios en los cuales automáticamente me convierto en alguien con vulnerabilidad. Tengo muchas más probabilidades de dar lugar al diablo y de que éste me devore. Soy mucho más débil y tengo mucha menos capacidad de respuesta de lo habitual. También me he dado cuenta que, con frecuencia, estas situaciones son recurrentes; es decir, suceden una y otra vez y, por tanto, mi capacidad de prevención es grande, simplemente debo evitarlas. Al escribir estas líneas puedo identificar varias de esas situaciones en mi propia experiencia.

La segunda es  que si no he podido o querido evitarlas la huida siempre es la mejor salida. Se trata de un acto voluntario e intencional de salir de aquellas situaciones en las que somos conscientes que nuestra capacidad de luchar o resistir es mínima y, por tanto, nuestro peligro es máximo. Eso puede plasmarse en evitar una relación, un lugar, un hábito, una respuesta ya aprendida. En ocasiones consiste en identificar cuál es el detonante que desencadena ese entorno o situación que nos convierte en vulnerables y huir del mismo antes que el proceso se genere. Prevenir y/o huir; dos estrategias que José enseña y que son válidas en la vida de cualquier seguidor de Jesús.


¿Qué situaciones puedes identificar en tu vida que te convierten en vulnerable? ¿Qué puedes hacer al respecto?


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