ABRÁN/ PRESENCIA Y RECTITUD/ GÉNESIS 17
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años se le apareció el Señor y le dijo: Yo soy el Todopoderoso. Tenme presente en tu vida y vive rectamente. Yo haré una alianza contigo y multiplicaré tu descendencia inmensamente. (Génesis 17:1 y 2)
En este pasaje Dios vuelve a establecer un pacto con Abrán que incluye, nuevamente, la promesa de una amplia descendencia. Sin embargo, en esta ocasión, a diferencia de las anteriores, el Señor establece condiciones que el patriarca debería cumplir, concretamente dos, tenerlo presente en su vida y vivir con rectitud.
Los comentaristas bíblicos definen rectitud de la siguiente manera: Es la verdad en nuestros hechos, en nuestras palabras, en nuestros pensamientos, en nuestras relaciones con Dios y con los hombres: excluye la hipocresía, la mentira, el engaño, la astucia y la lisonja. Al pensar en ello me viene a la mente la palabra vivir de forma coherente, de modo que lo interno y lo externo encajen, si no de forma perfecta, si de forma creciente. Por otra parte, tener al Señor presente implica que el sea real en todos y cada uno de los aspectos de la vida cotidiana. De alguna manera lo que Dios le está diciendo a Abrán es que desea que Él lo tenga integrado (cómo lo hizo Enoc) en su diario vivir y que está cotidianidad esté marcada por la coherencia, la consistencia.
Al mirarme en el espejo de Abrán debo valorar, primero, hasta qué punto tengo a Dios presente en mi vida. Si divido ésta en áreas, por ejemplo, el trabajo, la relación con mi esposa, la relación con mis hijos, el resto de relaciones, mi vida mental, vida emocional, prioridades, valores, tiempo, dinero, trabajo, intelecto, diversiones y un etcétera tan largo como un puedo pensar, ¿Qué rasgos de la presencia del Señor en estas áreas puedo detectar? o, por el contrario ¿Él está relegado exclusivamente al mundo mal llamado "espiritual", el de la iglesia y la devoción privada?
Por otro lado ¿Cuán recta es mi manera de vivir? ¿Hay coherencia entre la imagen pública y la privada? He oído, y creo que es cierto, que el yo real, el auténtico, es aquel que se manifiesta cuando estamos a solas con nosotros mismos, cuando nadie nos ve, cuando no sentimos la necesidad o la presión de conformarnos a los otros y sus expectativas. Eso me lleva a pensar cuál es el grado de disonancia entre mi yo interior y mi yo exterior. Es decir, ¿Cuán rectamente vivo?
¿Qué ves al mirarte al espejo de Abrán?
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