ABRAHÁN/ REGATEO/ GÉNESIS 18
¡Ya sé que es un atrevimiento hablar así a mi Señor, yo que sólo soy polvo y ceniza! Pero tal vez falten cinco inocentes para completar los cincuenta; ¿Destruirás toda la ciudad si faltan esos cinco? (Génesis 18: 27 y 28)
Me faltan adjetivos para describir este pasaje que lo encuentro sorprendente, motivador e inspirador. Abrahán se toma en serio lo que Dios le comentó acerca de ser de bendición para todas las naciones, y esta es una ocasión propicia para llevarlo a cabo con Sodoma, una ciudad que Abrahán bien sabía estaba llena de corrupción y pecado. El patriarca entra en una increíble negociación con Dios y hasta en seis ocasiones va regateándole al Señor el número de personas para que Sodoma sea perdonada.
Abrahán demuestra una gran osadía unida a una gran capacidad de compasión y misericordia hacia las personas de la ciudad, no debido a su bondad, sino a pesar de su total carencia de ella. Abrahán no se desentiende de la suerte que correrán los habitantes de Sodoma, Gomorra, no considera que no sea su responsabilidad, que él no tiene nada que ver ni que hacer, antes al contrario, es capaz de tomar el riesgo de enfrentarse con el Señor para salvar a los que, a todas luces, no merecían ser salvados desde el punto de vista de la justicia de Dios. Si se ha de ser de bendición para las naciones se ha de actuar, obrar y tomar riesgos y él lo hizo.
Un gran espejo en el que mirarse y preguntarse cuál es mi nivel de sensibilidad hacia las necesidades de las personas que hay en mi entorno, a mi alrededor, en los diferentes círculos en los que tengo influencia y capacidad de actuación. Preguntarme si, siguiendo los pasos de Abrahán, me arriesgo y me implico o, por el contrario, me desentiendo. Preguntarme también si me tomo lo suficientemente en serio mi papel de ser de bendición a mi entorno pues para eso he sido llamado, escogido y salvado.
¿Qué situaciones hay a tu alrededor de las que no debes desentenderte como Abrahán no lo hizo?
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