2 CORINTIOS/ EN VANO / 2 CORINTIOS 6:1
Puesto que somos colaboradores de Dios, os exhortamos a que no echéis a perder su gracia. (2 Corintios 6:1)
Ayer mi reflexión versaba alrededor de la realidad de que siempre hay alguien que debe pagar el precio, la factura, que no existe tal cosa como la mal llamada gracia gratuita. La gratuidad es únicamente una parte de la realidad, la del que recibe. El precio es la otra parte de la realidad, la del que otorga la gracia. Jesús pagó un altísimo precio para que nosotros pudiéramos -gratuitamente- recibir su gracia.
Aquí el apóstol nos hace una seria exhortación, no echemos a perder su gracia. Algo que ha costado tanto de conseguirse, algo que ha significado un alto precio para Dios y Jesús puede, simplemente, echarse a perder. ¿Cómo se echa a perder la gracia de Dios?
La manera más sencilla que se me ocurre para explicarlo es la manumisión de los esclavos en los Estados Unidos después de la guerra civil de secesión a mediados del siglo XIX. Literalmente centenares de miles de personas murieron para que los esclavos negros pudieran ser liberados por medio de la abolición de la esclavitud. Personas dieron su vida para hacer aquello posible. Jurídicamente los esclavos fueron declarados hombres libres, sin embargo, sabemos porque la historia así lo registra, muchos continuaron viviendo como esclavos por diferentes razones, desde el desconocimiento de los derechos de su nueva situación hasta el miedo a tener que afrontar la libertad. El sacrificio hecho por ellos fue, en algunos casos, en vano.
Personalmente pienso que echamos a perder la gracia de Dios en nuestras vidas cuando vivimos centrados en nosotros mismos y ajenos a la realidad de dolor y sufrimiento del mundo que nos rodea. Cuando nos negamos a vivir como agentes de restauración y reconciliación. Cuando, en definitiva, nos negamos a dar a otros la gracia que nosotros hemos recibido.
¿En qué estado se encuentra la gracia de Dios en tu vida?
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