JESÚS/ CORRECCIÓN FRATERNA/ MATEO 18:15-19



15 Si alguna vez tu hermano te ofende, ve a buscarlo y habla a solas con él para hacerle ver su falta. Si te escucha, ya te lo has ganado. 16 Si no quiere escucharte, insiste llevando contigo una o dos personas más, para que el asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos. 17 Si tampoco les hace caso a ellos, manifiéstalo a la comunidad. Y si ni siquiera a la comunidad hace caso, tenlo por pagano o recaudador de impuestos. 18 Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo (Mateo 18:15-19)


Todos, sin excepción, somos ofendidos y somos ofensores. Jesús nos enseña aquí un proceso para la corrección fraterna que, sin embargo, queda incompleto si no saltamos a este mismo capítulo y los versículos que hablan de la parábola conocida como la de los dos deudores.

El propósito de la corrección es buscar la reconciliación con el hermano ofensor ya que la comunidad de los seguidores de Jesús debe de buscar ante todo y sobre todo la paz en las relaciones interpersonales. El pecado, ya desde el principio, rompió nuestras relaciones (recordemos a Adán y Eva y Caín y Abel) y, por tanto, la salvación traída por Jesús ha de generar reconciliación y restauración.

El Maestro nos enseña un sencillo procedimiento de tres pasos. El primero, consistiría en confrontar directamente a la persona y hacerle saber nuestros sentimientos. 

Si esto no funcionara la invitación es a proceder nuevamente, y en esta ocasión acompañados de testigos. Tiene todo el sentido del mundo. Los testigos pueden escuchar a ambas partes y, consecuentemente, hacer un juicio justo que, eventualmente, podría convertir al ofendido en ofensor. Los testigos, de alguna manera, protegen al supuesto ofensor.

Pero, incluso si esto no funciona, hay un tercer paso. Dejarlo todo en manos de la comunidad. Nuevamente puede haber un mayor discernimiento, una mayor perspectiva sobre el tema y, como en el caso anterior, una mayor protección para ambos, ofendido y ofensor. Comunidad no necesariamente implica a toda la congregación, pero puede ser un grupo más amplio, superior a los dos o tres testigos del paso previo.

Hay todavía un cuarto paso, sin embargo, de ese habla Jesús en otro pasaje.


¿Qué situaciones en tu vida requieren de este proceso bíblico?

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