SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ PACIFICADORES/ 5: 18 AL 21
18 Todo se lo debemos a Dios que nos ha puesto en paz con él por medio de Cristo y nos ha confiado la tarea de llevar esa paz a los demás. 19 Porque sin tomar en cuenta los pecados de la humanidad, Dios hizo la paz con el mundo por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de paz. (2 Corintios 5:18 y 19)
Este pasaje, y de forma correcta, ha sido aplicado a la misión de la iglesia llevada a cabo a través, entre otros medios, de la predicación del mensaje de reconciliación y salvación. A mí, sin embargo, me gustaría aplicarlo al ámbito de las relaciones interpersonales y de ser pacificadores, una de las manifestaciones del vivir como agentes de restauración en este mundo roto.
Como siempre Dios toma la iniciativa y nos marca el camino a seguir. El apóstol nos indica que el Padre nos ha puesto en paz con Él por medio de Cristo y eso lo hizo no teniendo en cuenta los pecados pasados. Creo que aquí es donde encontramos principios que son aplicables en nuestras vidas.
La paz entre Dios y nosotros fue posible porque alguien pagó el precio necesario de la reconciliación, Jesús. El principio de aplicación es que, en muchas ocasiones, no es posible la reconciliación sin pagar un precio que puede llegar a ser alto y ese precio somos nosotros, los seguidores de Jesús los que debemos de pagarlo, y lo pagamos pasando por alto la ofensa, como el Padre pasó por alto las nuestras.
En eso precisamente radica el precio que si queremos llevar a cabo el ministerio de reconciliación deberemos pagar, pasar por alto ofensas, desprecios, rechazos, malas actitudes, omisiones, etc. En fin, una serie de cosas que pueden habernos ofendido y que han provocado o pueden provocar la ruptura en las relaciones interpersonales y que nosotros, para imitar a Jesús y seguir en su camino, decidimos pasar por alto.
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