CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS/ EL VERDADERO JUDÍO/ ROMANOS 2:17-29
Pues si uno que no está circuncidado cumple los preceptos de la ley, ¿no lo considerará Dios como circuncidado a pesar de no estarlo? Es más, el que sin estar físicamente circuncidado cumple la ley, te juzgará a ti que estás circuncidado y posees la ley escrita, pero no la cumples. Porque no se es judío por el aspecto externo, ni la verdadera circuncisión es la marca visible corporal. Lo que distingue al auténtico judío es su interior, y la auténtica circuncisión es la del corazón, obra del Espíritu y no de reglas escritas. Y no serán los seres humanos, sino Dios, quien la alabe. (Romanos 2:25-29)
Pablo indica en este pasaje que el pueblo judío conocía muy bien la Ley y tenía la circuncisión, la marca de ser un pueblo especial, sin embargo, el conocimiento intelectual no estaba a la par de la práctica y en todo el pasaje el apóstol recalca con rotundidad que lo que cuenta realmente es la práctica y no la teoría.
Pienso que se trata de una llamada de atención a nosotros los cristianos evangélicos que, de cierto modo, tenemos esa misma actitud de arrogancia espiritual y falsa seguridad que proviene de tener la verdad. Tenerla en el sentido intelectual del término porque, posteriormente, la práctica deja mucho que desear.
Nos han convencido y nos hemos convencido a nosotros mismos que conocer -de nuevo intelectualmente- la verdad es lo mismo que poseerla y practicarla, la Escritura, por el contrario, insiste una y otra vez que lo que realmente cuenta es la práctica que nace de una correcta comprensión de la teoría.
Lo ideal es que ambas, teoría y práctica, vayan de la mano pero si esto no se da diría que la Biblia opta de forma categórica por la práctica. Así lo parece afirmar Jesús en Mateo 25 y Santiago en su carta entre otros muchos pasajes.
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