CUARESMA DÍA 9



Queremos, hermanos, que tengáis información sobre la colecta que por inspiración de Dios ha tenido lugar en las iglesias de Macedonia. Porque, a pesar de las muchas tribulaciones que han soportado, su alegría es tanta que han convertido su extrema pobreza en derroche de generosidad. Testigo soy de que han dado espontáneamente lo que podían, e incluso más de lo que podían.Con la mayor insistencia nos rogaban que les permitiéramos colaborar en la colecta y en la ayuda a los hermanos. Y más allá de nuestras expectativas, ellos mismos se ofrecieron a sí mismos, primero al Señor y luego a nosotros, ya que esta era la voluntad de Dios. (2 Corintios 8: 1-5)


Sigamos reflexionando acerca del dar. Hay muchos niveles a la hora de pensar en esta acción. La Biblia, con frecuencia, está tan interesada en la motivación y la actitud como en el hecho en sí.

Podemos dar y eso, ya es un paso importante ¡Sin duda! Pero podemos dar de aquello que nos sobra, de lo que no usamos, de lo que no necesitamos, podemos dar sin que nos cueste ningún esfuerzo. Dios nos da a un alto precio, el Señor nos da de forma sacrificial.

Los habitantes de Macedonia entendieron muy bien el ejemplo de Jesús y lo aplicaron en sus vidas. Dieron no porque les sobraba, dieron a pesar de, como dice el apóstol Pablo, su extrema pobreza. Su dar les costó, les dolió, lo hicieron con un gran sacrificio para bendecir a personas -la iglesia de Jerusalén- que nunca conocieron y nunca conocerían.

Pero lo hicieron con gozo. Consideraron el dar -en este caso económicamente- como un increíble privilegio del cual no querían ni podían ser privados. El apóstol Pablo quiso eximirlos de aquella responsabilidad debido a su situación de pobreza y, literalmente, ellos se sintieron agraviados al verse privados de lo que consideraban un privilegio.

Ayer la reflexión de cuaresma invitaba a reflexionar -inclinarse hacia atrás para ganar distancia y ampliar perspectiva- sobre el dar. Hoy la invitación es al modo en que doy y la actitud en que lo hago.

La Palabra nos invita a dar, no de lo que sobra, sino incluso privándonos de cosas que son total y absolutamente legítimas y entender que vivir con semejante actitud consiste en un auténtico privilegio resultado de nuestra imitación de Jesús quien, como dice el mismo capítulo 8 de la segunda carta de Pablo a los Corintios, se hizo pobre por vosotros para enriquecernos con su pobreza.





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