NÚMEROS PARTE II/ LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA/ CAPÍTULOS 34 Y 35
El SEÑOR le habló a Moisés en las llanuras de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó y le dijo:2 «Ordénales a los israelitas que del territorio que reciban les den a los levitas ciudades donde vivir, y también los campos de pastoreo alrededor de esas ciudades. 3 En esas ciudades habitarán los levitas y los campos de pastoreo serán para su ganado y todos sus animales (Números 35:1-3)
Cada vez se va acercando más el momento en que los israelitas han de tomar posesión de la tierra de Canaán. Una parte del pueblo ya ha recibido territorios en la orilla oriental del Jordán y el Señor ya ha delimitado el territorio que tomarán en posesión aquellos que traspasarán el río.
En este contexto Dios le indica al pueblo que hay que pensar en los levitas, que no tendrán territorio asignado en la conquista, y en sus necesidades. Son personas que, aunque estén al servicio del Señor, tienen necesidades como cualquiera de las personas pertenecientes a otras tribus. Necesitarán espacio para asentarse y tierras para el pastoreo y Dios determina que el resto del pueblo debe tenerlo en cuenta y proveer.
En mi humilde, y tal vez equivocada opinión, el Señor debe de ser intencional en preocuparse de los levitas porque todo me hace pensar que en fragor de la conquista y cada tribu buscando y obteniendo su espacio vital, es decir, centrados en sus propias y legítimas necesidades, era fácil obviar, pasar por alto y no acordarse de las de sus hermanos de la tribu de Leví. ¿Qué hubiera pasado sin esa asignación hecha por Dios? Pura especulación pero tal vez se habrían quedado sin herencia.
Si crees que mi interpretación es ciencia ficción simplemente te animo a que pienses en tu propia realidad y cuán sensible eres a las necesidades, no sólo materiales, sino también emocionales, sociales y espirituales de las personas dedicadas al ministerio a tiempo completo. Cuán sensibles eres y cuán intencional en ministrarlas. Eso, ta vez, sólo tal vez, puede ayudarte a entender porque el Señor tuvo que decretar algo que, de no haberlo hecho, tal vez nunca hubiera sucedido.
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