DEUTERONOMIO PARTE I/ PRIMER DISCURSO DE MOISÉS/ CAPÍTULOS 2 y 3

 


Sube a la cima del Pisga * y extiende tu mirada hacia los cuatro puntos cardinales. Contempla lo que ves con tus ojos, porque tú no cruzarás el Jordán. (DEUTERONOMIO 3:27 BLPH)

A Moisés no le fue permitido entrar en la tierra prometida. Guió al pueblo en el momento crítico de la salida de Egipto y luego en los difíciles años del desierto, sin embargo, no pudo entrar en la tierra de Canaán.

Al margen de otras consideraciones y el porqué Dios no lo consideró oportuno, algo sobre lo que ya reflexioné en el libro de Números, que entrase en la tierra, creo que hay una gran lección sobre el liderazgo que puedo aprender de este pasaje. Hay líderes que sirven para un momento determinado en la vida de las naciones o las organizaciones. Líderes que son los adecuados, que tienen las características, las habilidades y el carácter que se necesita para ese momento dado pero que sin embargo, una vez que el momento pasa carecen de las habilidades o del potencial para una situación nueva, diferente, otro escenario en fin.

Hay líderes que gestionan la crisis con efectividad pero no saben hacer lo mismo con las situaciones de estabilidad y calma. Líderes que se crecen ante el reto, la dificultad y el caso pero no pueden gestionar una saludable rutina. Líderes que tienen los recursos para abrir nuevos territorios, nuevas opciones y posibilidades pero después no tienen la capacidad para la continuidad.

Creo que Moisés era el líder adecuado para hacer lo que hizo llevar al pueblo hasta los límites de la tierra. He visto en los libros del Pentateuco su paciencia, su mansedumbre, su compasión, su firmeza, toda ellas, sin duda, cualidades precisas para guiar el pueblo en esos años. Pero también está claro que la conquista requiere de otro tipo de líder, requiere un Josué.

El reto para mí consiste en discernir si soy el líder adecuado para la realidad que estoy viviendo. Pensar si tengo el carácter, las habilidades, las herramientas que la gente que guío y la situación que enfrento demandan y si no es así, tener la humildad y la capacidad de ponerme a un lado y dejar que otros con las habilidades y el carácter necesario puedan tomar el mando. Perpetuarse en el liderazgo nunca es bueno y seguir cuando no se tienen las cualidades que requiere la situación puede incluso ser desastroso. 

Un buen líder debería tener un buen conocimiento de sí mismo.

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