GÉNESIS PARTE IV/EL CICLO DE JACOB/CAPÍTULO 34
Se sintieron ultrajados y se llenaron de ira porque era una ofensa imperdonable.
Este pasaje es uno de esos que pueblan el Antiguo Testamento y se caracterizan por su dureza y brutalidad. El habitante de una ciudad viola a una de las hijas de Jacob y, como venganza, estos matan a todos los hombres de la misma y se llevan como esclavos a mujeres y niños. Todo muy comprensible pero en absoluto justificable.
Ambos pasajes tienen ambo en común, dejarse llevar por los instintos. En el primer caso el sexual. En el segundo la ira y la rabio. Esto les llevó a acciones totalmente reprochables a nuestros ojos que vemos las cosas con la perspectiva que nos da el seguimiento de Jesús.
Esta es la lección para mí, los instintos rara vez son buenos consejeros y acostumbran a meternos en líos, a llevar a cabo cosas que después nos hacen sentirnos arrepentidos por las consecuencias que generan.
Sería bueno que nuestros impulsos e instintos siempre pudiéramos llevarlos a la presencia del Señor y, en diálogo con Él, permitir que puedan ser tamizados, filtrados y, en definitiva, gobernados.
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