HECHOS ESTUDIO 5: SUFRIR
El capítulo cinco del libro de Hechos menciona el episodio de los discípulos llevados ante el Sanedrín, es decir, el órgano superior político y religioso de Israel. En su comparecencia se produce un interesante diálogo entre Gamaliel, un famoso doctor y jurista y el resto de los consejeros acerca de qué hacer con el creciente movimiento cristiano. Al final, el criterio de ese sabio hombre se impone y los discípulos son liberados, eso si, antes son azotados lo cual interpreto como una concesión o imposición del sector más intransigente del Sanedrín.
Me sorprende la actitud de los recién azotados y liberados discípulos que consideran un privilegio el haber sufrido por Jesús y su causa. Produce sorpresa que alguien considere, no únicamente positivo el sufrimiento, sino incluso algo privilegiado !Qué contraste en una sociedad como la nuestra en que todos huimos del dolor y tratamos de evitarlo a cualquier precio!
Este pasaje de la Escritura, como no puede ser de otro modo, me confronta con mi propia realidad y me pregunta hasta qué punto hay en mí la disponibilidad para sufrir por Jesús, la construcción de su Reino y el ser un agente de restauración. Porque aquí está hablando, no del sufrimiento que todos en una ocasión u otra hemos de padecer como consecuencia de nuestra realidad como seres humanos, está hablando de uno que es evitable, que podemos ignorar pero que escogemos debido a nuestro deseo de construir el Reino, de vivir colaborando como Jesús en la tarea de restauración.
¡Qué capacidad de confrontación tiene la Escritura! ¿Qué haremos nosotros, huiremos del dolor o lo escogeremos gozosamente y privilegiadamente? Sin duda, la opción que tomemos marcará nuestra existencia.
Me sorprende la actitud de los recién azotados y liberados discípulos que consideran un privilegio el haber sufrido por Jesús y su causa. Produce sorpresa que alguien considere, no únicamente positivo el sufrimiento, sino incluso algo privilegiado !Qué contraste en una sociedad como la nuestra en que todos huimos del dolor y tratamos de evitarlo a cualquier precio!
Este pasaje de la Escritura, como no puede ser de otro modo, me confronta con mi propia realidad y me pregunta hasta qué punto hay en mí la disponibilidad para sufrir por Jesús, la construcción de su Reino y el ser un agente de restauración. Porque aquí está hablando, no del sufrimiento que todos en una ocasión u otra hemos de padecer como consecuencia de nuestra realidad como seres humanos, está hablando de uno que es evitable, que podemos ignorar pero que escogemos debido a nuestro deseo de construir el Reino, de vivir colaborando como Jesús en la tarea de restauración.
¡Qué capacidad de confrontación tiene la Escritura! ¿Qué haremos nosotros, huiremos del dolor o lo escogeremos gozosamente y privilegiadamente? Sin duda, la opción que tomemos marcará nuestra existencia.
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