SANTIAGO ESTUDIO 5. PUESTA EN PRÁCTICA
22 Pero no basta con oir el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. 23 El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: 24 se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. 25 Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad,[b]y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace.
La carta que escribió Pablo, el hermano de Jesús, el Señor, es tremendamente práctica y va directa al grano al hacer un énfasis muy claro en los aspectos de conducta.
En estos breves versículos habla acerca del poder salvador y transformador del mensaje de Jesús. Este poder, sin embargo, no sirve para nada a menos que lo pongamos en práctica. No es el conocimiento del mismo lo que cuenta, sino el vivirlo en el contexto de la vida de cada día, de la cotidianidad.
Conocerlo, de modo intelectual, y no ponerlo en práctica es, en palabras del escritor, engañarse a uno mismo y pienso que muchas de nuestras comunidades están llenas de personas que vivimos en un engaño constante. Se trata del engaño de pensar que lo que nos hace aceptos ante el Señor es el conocimiento de la información, los conceptos y las doctrinas correctas aunque estemos muy lejos de tenerlas incorporadas en nuestro estilo de vida.
Durante decenios nuestra cultura religiosa ha hecho énfasis, ha premiado y ha valorado la ortodoxia -la creencia correcta- con gran menosprecio y menoscabo de la ortopraxis -la práctica correcta-. ¡Así nos va!
Un principio
El mensaje debe ser practicado, no únicamente conocido.
Una pregunta
¿Qué ves cuando te miras en el espejo de la Palabra?
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