hECHOS 38. EL MINISTERIO DE PABLO. EL PRIMER VIAJE MISIONERO 5

11 Cuando la multitud vio lo que Pablo había hecho, gritó en su dialecto local: «¡Estos hombres son dioses en forma humana!». 12 Decidieron que Bernabé era el dios griego Zeus y que Pablo era Hermes por ser el orador principal. 13 El templo de Zeus estaba situado justo fuera de la ciudad. Así que el sacerdote del templo y la multitud llevaron toros y coronas de flores a las puertas de la ciudad, y se prepararon para ofrecerles sacrificios a los apóstoles.
14 Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo oyeron lo que pasaba, horrorizados se rasgaron la ropa y salieron corriendo entre la gente, mientras gritaban: 15 «Amigos,[c] ¿por qué hacen esto? ¡Nosotros somos simples seres humanos, tal como ustedes! Hemos venido a traerles la Buena Noticia de que deben apartarse de estas cosas inútiles y volverse al Dios viviente, quien hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En el pasado, él permitió que todas las naciones siguieran su propio camino, 17 pero nunca las dejó sin pruebas de sí mismo y de su bondad. Por ejemplo, les envía lluvia y buenas cosechas, y les da alimento y corazones alegres». 18 No obstante, aun con estas palabras, a duras penas Pablo y Bernabé pudieron contener a la gente para que no les ofreciera sacrificios.
19 Luego unos judíos llegaron de Antioquía e Iconio, y lograron poner a la multitud de su lado. Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto; 20 pero los creyentes[d] lo rodearon, y él se levantó y regresó a la ciudad. Al día siguiente, salió junto con Bernabé hacia Derbe.
Las siguientes etapas en el periplo de Bernabé y Pablo son las ciudades de Listra y Derbe, como las anteriores situadas en lo que actualmente es Turquía. Sin embargo, la acción se centra en la primera de ellas, en Listra.
El pasaje recoge los acontecimientos que se produjeron en la ciudad, la reacción de la población, el mensaje que fue compartido por Pablo y la posterior intervención de la población judía en contra de Bernabé y Pablo.
¡Los dioses han bajado a nosotros en forma humana! Esta fue la respuesta de la población al milagro llevado a cabo por Pablo. Pienso que los seres humanos, incluidos naturalmente los cristianos, tenemos la tendencia a endiosar a otros seres humanos y atribuirles el poder y la influencia que únicamente Dios debería de tener en nuestras vidas.
A lo largo de mis viajes he visto congregaciones y grupos cristianos que siguen ciegamente a sus líderes, que les otorgan una autoridad que no merecen y que les obedecen como si del mismo Señor se tratara. He visto, en contrapartida, líderes orgullosos de ejercer tal poder y autoridad y que en vez de ser transparentes y que sus vidas apunten hacia Jesús lo que hacen es aceptar ese endiosamiento y ocupar el lugar que sólo Jesús merece.
He visto en este pasaje un doble reto: Si soy seguidor asegurarme que sólo el Maestro ocupa el lugar central de autoridad y no se la otorgo a otros hombres. Si soy líder, asegurarme que no usurpo una centralidad y autoridad que sólo Jesús debería tener.
Un principio
La tendencia humano de endiosar a otros seres humanos
Una pregunta
¿Estoy otorgando la autoridad o estoy usurpando la autoridad que sólo a Jesús pertenece?
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