SALMO 6. ABATIMIENTO
Los comentaristas identifican este salmo como el primero de lo llamados "penitenciales". Los otros son el 6, 32, 38, 51, 102, 130 y 143. Expresan la oración de una persona profundamente abatida y hundida y, sin duda, a lo largo de los siglos han servido para dar palabras a las oraciones de aquellos que, en su abatamiento, carecían de las mismas.
Hay un punto de climax en la tristeza del salmista cuando afirma:
Hay un punto de climax en la tristeza del salmista cuando afirma:
Señor, apiádate de mi que estoy débil;
fortaléceme, pues me siento sin fuerzas
y estoy profundamente abatido.
Señor, ¿Hasta cuándo?
fortaléceme, pues me siento sin fuerzas
y estoy profundamente abatido.
Señor, ¿Hasta cuándo?
El salmista es honesto con Dios y esta es la primera lección que el salmo me enseña, con Dios puedo ser yo mismo y no necesito ser "espiritual". A Él le puedo expresar las cosas tal y como las vivo y las experimento, tal y como yo las veo. Dios me permite ser humano y compartir con Él mi abatamiento sin que eso sea percibido como falta de confianza.
La segunda lección que me ha enseñado el salmo viene de la expresión, ¿Hasta cuándo? Es en el primer salmo que aparece, sin embargo, será algo muy común a partir de ahora. El salmista le expresa al Señor su clamor, su pregunta, su grito de desesperación. Pienso que todos en más de una ocasión hemos sentido que estas palabras tenían total sentido en alguna situación que estábamos viviendo. Nos hemos preguntado y le hemos preguntado cuánto tiempo más teníamos que experimentar ese sufrimiento. Cuánto tiempo más teníamos que esperar una respuesta por parte de Él. Cuánto tiempo más tendríamos que estar sumidos en semejante dolor. Esperar el tiempo de Dios o, simplemente, el tiempo que las circunstancias o los procesos requieren puede hacernos perder la confianza en que el Señor esté interesado.
La tercera y última lección que he aprendido del salmo es que Dios escucha la oración y, a su tiempo, ministra a sus hijos. El salmo que está lleno de abatimiento y angusta concluye con una declaración de confianza:
La segunda lección que me ha enseñado el salmo viene de la expresión, ¿Hasta cuándo? Es en el primer salmo que aparece, sin embargo, será algo muy común a partir de ahora. El salmista le expresa al Señor su clamor, su pregunta, su grito de desesperación. Pienso que todos en más de una ocasión hemos sentido que estas palabras tenían total sentido en alguna situación que estábamos viviendo. Nos hemos preguntado y le hemos preguntado cuánto tiempo más teníamos que experimentar ese sufrimiento. Cuánto tiempo más teníamos que esperar una respuesta por parte de Él. Cuánto tiempo más tendríamos que estar sumidos en semejante dolor. Esperar el tiempo de Dios o, simplemente, el tiempo que las circunstancias o los procesos requieren puede hacernos perder la confianza en que el Señor esté interesado.
La tercera y última lección que he aprendido del salmo es que Dios escucha la oración y, a su tiempo, ministra a sus hijos. El salmo que está lleno de abatimiento y angusta concluye con una declaración de confianza:
El Señor ha escuchado mi ruego,
el Señor ha acogido mi súplica.
Un principio
El Señor está atento a nuestro abatimiento y sufrimiento.
el Señor ha acogido mi súplica.
Un principio
El Señor está atento a nuestro abatimiento y sufrimiento.
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