OÍR LA VOZ DEL PASTOR

JUAN 10:1-21

Mi lectura de hoy corresponde al bien conocido pasaje en que Jesús se presenta a sí mismo como el buen pastor. En estos breves versículos habla acerca de dos cosas que le caracterizan como pastor. La primera es que conoce a sus ovejas y estas conocen su voz y, por tanto, le siguen. La segunda, es que el pastor, a diferencia de un asalariado, ama a las ovejas y da su vida por ellas.

Mi atención se ha centrado en las ovejas y su capacidad para reconocer la voz del pastor. Por dos veces, en tan corto pasaje, indica la capacidad que tienen sus ovejas de reconocer su voz y, precisamente, es esta capacidad la que hace que le sigan. Contrariamente, indica el Maestro, las ovejas no reconocen la voz del extraño y, por tanto, huyen de él. Se supone por el contexto del pasaje que de este modo evitan el peligro.

La aplicación para mí tiene que ver con reconocer la voz del Señor. Al pensar en ello han venido a mi mente varias ideas al respecto. Primera, mi vida está llena de ruidos y voces. Hay muchas voces que hablan a mi vida y que quieren dirigir mi vida en una dirección y otra. Algunas, bien intencionadas, otras sirviendo a sus propios intereses. La segunda, es que discernir la voz del pastor requiere de tiempo y entrenamiento. Necesito pararme, afinar mi oído y entre tantas voces aprender a hacer callar unas y permitir que la de Jesús resalte. En un mundo tan estresante como el nuestro este lujo y necesidad a la vez no es fácil de conseguir. Como tantas y tantas cosas al principio cuesta, luego, poco a poco, vas desarrolando más y más habilidad, una creciente sensibilidad para escuchar la voz del pastor y reconocerla.

Un principio

Necesito aprender a pararme, identificar y escuchar la voz de Dios en el ajetreo de cada día,

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