INCREDULIDAD

Mateo acaba el capítulo 13 de su evangelio con la narración de una visita de Jesús a Nazaret, la aldea donde se crió y creció, un lugar donde era bien conocido de todos los habitantes. La respuesta de los nazarenos fue de sorpresa y asombro ante Jesús, especialmente cuando el Maestro enseñó en la sinagoga del pueblo.

La gente no salía de su asombro ante las palabras y la enseñanza de Jesús. No podían entender como el hijo de José y María, a quien conocían tan bien, podía saber tantas cosas y hablar de tal manera. Mateo afirma que Jesús se convirtió en una piedra de tropiezo para ellos. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es la afirmación última de Mateo, y a causa de la falta de fe de aquella gente, no hizo allí muchos milagros.

La falta de fe, la incredulidad de aquella gente impidió que Jesús pudiera obrar milagros en medio de ellos. En otros lugares la gente buscaba a Jesús, iba tras Él, literalmente lo asaltaban para poder ser sanados. En su aldea, entre los suyos, no pudo obrar milagros, la gente no creía, lo conocían muy bien, su familia vivía allí, lo habían contemplado de pequeño, era uno de ellos.

Esto me ha hecho pensar en mi propia vida y si mi incredulidad puede ser causa de que Jesús no obre milagros en mi medio. Me pregunto si lo conozco "tan bien" que ya lo he domesticado y he bajado mis expectativas de que pueda actuar al mínimo. Me pregunto si no estoy experimentando el "conforme a mi fe me sea hecho" y mi carencia de fe produce una carencia de milagros.

UN PRINCIPIO

En ocasiones recibo simplemente lo que espero, nada.


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