¿Y SI NO ME GUSTA?


El capítulo 42 de Jeremías narra una situación interesante. Después de la caída de Jerusalén tan sólo quedan unos pocos judíos habitando en el reino y no saben muy bien qué hacer. Consecuentemente decidieron pedirle a Jeremías que intercediera por ellos al Señor a fin de que, nos enseñe el camino que debemos seguir y lo que debemos hacer. Además, le insistieron al profeta, que el Señor tu Dios sea testigo fiel y verdadero en contra nuestra, si no hacemos lo que El te encargue decirnos. Nos guste o no nos guste su respuesta, obedeceremos al Señor nuestro Dios, a quien te hemos pedido que recurras, para que así nos vaya bien.

Sin embargo, la respuesta de Dios no gustó al pueblo y decidieron hacer de forma contraria a lo que El les dijo por medio del profeta Jeremías.

Esto me ha hecho pensar en mi propia vida y cómo reacciono ante las cosas de Dios que no me gustan. Cuál es mi actitud cuando lo que me pide que haga, por diferentes razones, no me satisface, me afecta o me obliga a introducir cambios en mi vida que no deseo hacer, cosas que debo incorporar, otras que debo de dejar de practicar, motivaciones que deben ser transformadas y un largo etcétera de cosas y situaciones que vienen a mi mente.

Este pasaje, como tantos otros, refleja a la perfección la forma en que somos los seres humanos y, por tanto, mi propia forma de ser. Es un reto, un desafío, como tantos otros que me lanza el Señor.


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