POBRES


Nunca dejará de haber pobres en esta tierra; por eso te mando que abras generosamente la mano a tu hermano, al pobre y al indigente de tu tierra. (Deuteronomio 15:11) Dios hace la constatación que siempre tendremos pobres en medio de nosotros. Por cierto, Jesús hizo la misma afirmación cuando alguien, según su criterio, “desperdició” dinero ungiéndolo con perfume.

Tendremos pobres porque vivimos en un sistema que es injusto donde la corrupción, el egoísmo y la insensibilidad hacia las necesidades de otros están a la orden del día. La reciente crisis financiera internacional, fruto de la avaricia desenfrenada de algunos, ha afectado de manera terrible a millones y millones de personas, como lo hizo hace un poco más de tiempo la especulación abyecta de los precios de los alimentos básicos que condenó a todavía más miseria a millones de seres humanos ya lo suficientemente pobre.

Podríamos seguir mencionando de forma casi interminable más y más miseria, dolor y pobreza consecuencia del abuso de unos seres humanos sobre otros pero, sin duda, no es necesario, todos somos muy conscientes de eso.

La Biblia nos indica que, consecuentemente, los que seguimos a Jesús no podemos ser indiferentes a esa realidad y, en la medida que está a nuestro alcance, nunca dejemos de ser generosos y aliviar la situación de esa gente en necesidad. Santiago, el que fue hermano carnal de Jesús, afirmaba que si vemos un pobre y le despedimos con buenas palabras de nada le sirve, por tanto debemos considerar como propias las necesidades del pobre y esforzarnos por ayudar.



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