INTRANSIGENCIA

Sigo con la lectura del libro de Exodo. Hoy he estado leyendo los capítulos 8 al 11 que narran las ya conocidas plagas de Egipto. Al ser un pasaje tan conocido pocas cosas me han llamado la atención.
Lo más remarcable ha sido que a lo largo de toda esta narración hay una frase que se repite una y otra vez, la intransigencia del faraón ante la intervención de Dios. Las traducciones más antiguas de la Biblia hablan de que, endureció su corazón.
Me ha hecho pensar en mi propia vida y en cuántas veces soy impermeable al trabajo que Dios quiere hacer en mi vida. Cuán a menudo me puedo volver también intransigente y negarme a oír su voz y su dirección y, me pregunto, si puede darse el caso en que tanta intransigencia haga imposible el cambio de opinión o actitud a menos que algo traumático suceda en la vida. Sólo ante el trauma de la muerte de los primogénitos el faraón reaccionó y, aun con todo, al final volvió a su intransigencia.
Como decía antes, las Biblias más antiguas hablan de un corazón endurecido. Me gusta más esta expresión, un corazón endurecido es aquel que ha perdido su humanidad, su capcidad de reaccionar. Me doy cuenta que esta expresión tiene más fuerza gráfica que la intransigencia y comunica mejor lo que puede pasar cuando nuestro corazón rechaza una y otra vez la intervención de Dios.
Lo más remarcable ha sido que a lo largo de toda esta narración hay una frase que se repite una y otra vez, la intransigencia del faraón ante la intervención de Dios. Las traducciones más antiguas de la Biblia hablan de que, endureció su corazón.
Me ha hecho pensar en mi propia vida y en cuántas veces soy impermeable al trabajo que Dios quiere hacer en mi vida. Cuán a menudo me puedo volver también intransigente y negarme a oír su voz y su dirección y, me pregunto, si puede darse el caso en que tanta intransigencia haga imposible el cambio de opinión o actitud a menos que algo traumático suceda en la vida. Sólo ante el trauma de la muerte de los primogénitos el faraón reaccionó y, aun con todo, al final volvió a su intransigencia.
Como decía antes, las Biblias más antiguas hablan de un corazón endurecido. Me gusta más esta expresión, un corazón endurecido es aquel que ha perdido su humanidad, su capcidad de reaccionar. Me doy cuenta que esta expresión tiene más fuerza gráfica que la intransigencia y comunica mejor lo que puede pasar cuando nuestro corazón rechaza una y otra vez la intervención de Dios.
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