VIVIR COMO EXTRANJEROS
Justo he comenzado las cartas de Pedro y me ha llamado la atención el primer versículo del primer capítulo que los dirige a aquellos que, viven como extranjeros dispersos.
La idea de ser extranjeros en este mundo, vivir de paso, vivir como peregrinos, se vuelve a repetir un par de veces más en los tres primeros capítulos. En el primero, versículo 17, Pedro anima a sus lectores, comportaos fielmente mientras vivís en tierra extraña. Y en segundo capítulo, versículo 11 vuelve a decirles, queridos hermanos, sois gente de paso en tierra extraña.
Me ha llamado la atención esta idea de ser un exiliado, un nómada, en una tierra que no es la mía. Entender que estoy de paso, que tal y como dice la Biblia, mi ciudadanía está en los cielos, mi patria pertenece a otra dimensión. Que soy nómada y, consecuentemente, no he de echar raíces en este mundo, en esta sociedad, no he de compartir sus valores, sus prioridades y su estilo de vida. Los peregrinos tienen otra agenda, otros intereses, otras inquietudes.
Ahora bien, me ha gustado mucho el equilibrio con que Pedro trata este tema. El hecho de ser nómadas, peregrinos, extranjeros, no significa desentendernos de un mundo que sufre, que está roto por el pecado. Contrariamente, la carta está llena de exhortaciones a vivir una vida caracterizada por la práctica radical del bien, incluso cuando esta práctica pueda significar para nosotros sufrimiento, persecución y rechazo. Y, por si necesitáramos más exhortación, usa el ejemplo de Jesús para motivarnos a esa práctica del bien.
La idea de ser extranjeros en este mundo, vivir de paso, vivir como peregrinos, se vuelve a repetir un par de veces más en los tres primeros capítulos. En el primero, versículo 17, Pedro anima a sus lectores, comportaos fielmente mientras vivís en tierra extraña. Y en segundo capítulo, versículo 11 vuelve a decirles, queridos hermanos, sois gente de paso en tierra extraña.
Me ha llamado la atención esta idea de ser un exiliado, un nómada, en una tierra que no es la mía. Entender que estoy de paso, que tal y como dice la Biblia, mi ciudadanía está en los cielos, mi patria pertenece a otra dimensión. Que soy nómada y, consecuentemente, no he de echar raíces en este mundo, en esta sociedad, no he de compartir sus valores, sus prioridades y su estilo de vida. Los peregrinos tienen otra agenda, otros intereses, otras inquietudes.
Ahora bien, me ha gustado mucho el equilibrio con que Pedro trata este tema. El hecho de ser nómadas, peregrinos, extranjeros, no significa desentendernos de un mundo que sufre, que está roto por el pecado. Contrariamente, la carta está llena de exhortaciones a vivir una vida caracterizada por la práctica radical del bien, incluso cuando esta práctica pueda significar para nosotros sufrimiento, persecución y rechazo. Y, por si necesitáramos más exhortación, usa el ejemplo de Jesús para motivarnos a esa práctica del bien.
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