PROFETAS Y REYES, SAÚL, LIDERAZGO COMPLACIENTE
Entonces Saúl dijo a Samuel: He pecado, pues he violado el mandato del Señor y tus palabras, y he obedecido a la gente por miedo. (1 Samuel 15:24)
Desde que estamos observando el liderazgo de Saúl esta es la tercera vez en que cede ante la presión del pueblo. En esta se nos revela un aspecto importante de su carácter, el rey desea ser amado por su pueblo, validado por él, aceptado como monarca y, consecuentemente, hace aquello que sea necesario para lograrlo, incluso si ello implica desobedecer a Dios y su mandato claro y nítido. Su público principal no es el Señor, son sus súbditos. La opinión y aplauso de estos es más importante y guía sus acciones.
Saúl es para mí el ejemplo del líder complaciente. Aquel que necesita constantemente la validad externa por medio del amor, la aceptación, el reconocimiento y el aplauso de la gente. En la medida en que obtiene todo ello se siente como un líder útil y su identidad se siente segura. Este tipo de líder nada puede manejar peor que sentir que pierde el cariño y aprobación de su gente. Para evitarlo, cederán en todo aquello que sea preciso, incluso en seguir la voluntad de Dios.
Hay mucho líder complaciente en nuestros entornos que se dedican en cuerpo y alma a la gente, que renuncian a sus legítimas necesidades y las de sus familias, que todo lo soportan a fin de ser queridos y amados. Es fácil espiritualizar esta actitud como entrega y servicio cristiano; en realidad no lo es, no se trata de una entrega desinteresada fruto del amor incondicional. Es un mero trueque, yo te sirvo y a cambio tú me validas.
¿Te pasa?
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