PAN (SALMO 119)

 



Jamás me olvido de tu Palabra, pues ella me da vida. (Salmo 119:93)


En la Biblia cuando se habla de vida se mencionan dos realidades totalmente diferentes. El idioma griego, mucho más rico en matices que el nuestro, las diferencia con total claridad. Por un lado está "bios", que hace referencia única y exclusivamente a la vida física, a las funciones vitales que compartimos con el resto de los animales. Todos los seres vivos tienen "bios". Necesitamos bebida y alimento para sostener la vida; algunas personas son auténticas sibaritas en su alimentación, saben escoger la mejor comida y acompañarla con la bebida más adecuada. 

Pero, por otro lado, está "zoe", que hace referencia a la vida trascendente, con sentido y propósito. Esta, a diferencia de la anterior, es exclusiva del genero humano. Podemos estar saciados de "bios" y totalmente "hambrientos" de zoe. Jesús, en el evangelio de Juan afirmó que había venido para que tuviéramos "zoe" en abundancia, en plenitud, a rebosar. La vida eterna consiste precisamente en experimentar ya hoy la vida con sentido, plenitud y propósito, es decir, Jesús formado en nosotros y la construcción del Reino de Dios.

Aquí es donde entroncamos con lo dicho por el salmista. La Palabra del Señor es la que alimenta día tras día nuestro "zoe". Es la dieta prescrita por el Padre para nutrir nuestra hambre de propósito, realización; en definitiva, de trascendencia.

¿Cómo está tu dieta espiritual? ¿Qué alimenta o nutre tu necesidad de "zoe"? ¿Estás experimentando anemia espiritual y tu vida no crece? ¿Qué relación puede haber con tu dieta bíblica?

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