JESÚS, MARÍA



Yo soy la esclava del Señor. Que Él haga conmigo como dices. (Lucas 1:38)


A los evangélicos nos resulta difícil acercarnos desapasionadamente a la figura de María. Hay un efecto pendular, nos hemos ido del extremo del mundo católico, que le da un protagonismo difícilmente reconocible en las páginas del Nuevo Testamento, al extremo del mundo protestante que la ignora y la elude de forma casi total. Ninguno de ambos polos hace justicia a esa adolescente de Nazaret. Porque María, a pesar de cómo la ha plasmado la mayoría de la iconografía a lo largo de los siglos, era una muchachita que no debía sobrepasar los quince o dieciséis años. Pero sin María no hubiera habido encarnación. Si, ya sé que si ella hubiera dicho ¡No! el Señor habría escogido a otra persona; lo importante, sin embargo, es que ello dio un gran ¡Si! a Dios. 

Agustín de Hipona afirmó  "El hombre sin Dios no puede; Dios sin el hombre no quiere". Si Jesús iba a ser verdaderamente ser humano y compartir nuestra experiencia de principio a fin necesitaba una madre. Si el Maestro hubiera aparecido por generación espontánea, de la noche a la mañana, ya no hubiera sido un ser humano, hubiera sido un ángel, un espíritu, otra cosa, pero no un auténtico y genuino hombre. Por esa razón María era necesaria. 

Personalmente veo varias lecciones alrededor de la persona de María. En primer lugar, el deseo de Dios de hacer a la humanidad colaboradora suya en sus planes de reconciliación y restauración. Lo vamos a ver una y otra vez a lo largo de la vida de Jesús, el factor humano siempre es clave. En segundo lugar, la gente que Dios decide escoger no acostumbra a ser aquella que nosotros escogeríamos. Ninguno de los discípulos que Jesús eligió pasaría los procesos de reclutamiento de cualquier agencia misionera de nuestros días. María era una adolescente como cualquier otra adolescente de su pueblo. Como bien dijo el ángel, el Señor le había concedido su gracia. Ella precisaba de la gracia como cualquiera de nosotros. No olvidemos que el dogma de la inmaculada concepción, según el cual María nació sin pecado, no aparece hasta el siglo XIX. Finalmente, María es un ejemplo de disponibilidad para Dios y su voluntad.

Ponte, por un momento, en la piel de María, una adolescente judía de un pequeño pueblo de Galilea a la que se le aparece un ángel y le dice que quedará embarazada y sin mediación de varón. ¿Qué grado de comprensión tuvo de lo que el enviado del Señor le estaba diciendo? ¿Cómo procesó toda aquella situación? No es osado afirmar que debió de tener muchas dudas, más preguntas que certezas; es posible que incluso llegara a dudar de la realidad de la experiencia de la aparición del ángel. Lo cierto, lo que realmente cuenta, es que al margen del grado de comprensión que tuvo de la situación, optó por una respuesta de fe, de confianza, de disponibilidad.


¿Qué puedes aprender de María? ¿Qué paralelismos hay entre ella y tú? ¿Qué grado de disponibilidad a la voluntad del Señor tienes tú en comparación con el de ella?

Comentarios

  1. Me reta su vida, y me da seguridad la manera de actuar de Dios. Usa para sus planes a una mujer, una superhéroe. Seguro que cualquier inventor de historias y comics sería un superman que salvaría a la tierra de los peligros que le acechan. Pero no es una sencilla muchacha. Quiero tener su fe y su valentía.

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