LA NUEVA VIDA EN CRISTO VI



Estamos seguros, además, que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:28-29)


Para ser sincero he escuchado muchas barbaridades a la hora de interpretar este versículo. Algunos piensan que a los cristianos todo les irá bien. Otros afirman que las circunstancias negativas o dolorosas al final el Señor las transforma en bendición. Aún otros insisten que lo malo que nos pasa es bueno y que, en su momento, entenderos que era lo mejor que nos podía haber sucedido. Sin negar que, en ocasiones y sólo en ocasiones, eso se da ¿Qué puede haber de bueno en la muerte de un bebé o en la vida de un adolescente que se ve sesgada por un conductor que está ebrio?

Para poder interpretar adecuadamente este pasaje nos hemos de centrar en la palabra "bien". El apóstol afirma que todo, absolutamente todo, colabora al bien de los que aman a Dios. Es fundamental, pues, entender a qué bien se está refiriendo el escritor de la carta. La segunda parte del pasaje nos da la respuesta. El bien del cual habla Pablo no es que seamos felices según lo entiende la sociedad. Tampoco que nuestra vida esté privada de dolor, sufrimiento o calamidades. No tiene nada que ver con una comprensión futura de situaciones presentes que carecen de sentido ¡Nada de eso! Ese bien supremo es que Jesús sea formado en nuestras vidas, que reproduzcamos su imagen, que cada día nos parezcamos a Él en nuestra forma de vivir, pensar, actuar, reaccionar. 

Lo que Pablo está afirmando es que no importa lo que estemos viviendo, en ocasiones injustamente, en otras resultado de nuestras malas decisiones, aún en otras por el dolor que terceras personas nos infringen; todo ello puede ser usado por el Señor para moldear nuestro carácter, para llamarnos la atención sobre aspectos en los cuales desea intervenir para cambiar, pulir, añadir, eliminar. Por eso, en cualquier circunstancia de la vida vale la pena preguntarse ¿Qué pone esta situación en evidencia? ¿Qué quiere enseñarme el Señor por medio de la misma? ¿Qué cambios desea introducir en mi vida?


Piensa en una situación que estés experimentando y habla con el Señor acerca de lo que Él desea hacer con la misma para formar a Jesús en ti.

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