SALMO 18/ EL SEÑOR ES...
¡Yo te amo, Señor mio, mi fortaleza! ¡Señor, mi roca, mi defensa, mi libertador! ¡Dios mío, mi roca de refugio! ¡Mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte, digno de alabanza! (Salmo 18:2-3)
David escribió este salmo para celebrar la victoria que el Señor le concedió sobre sus enemigos y sobre Saúl. Es un poema largo, extenso, donde el salmista le expresa, entre muchas otras cosas, quién es el Señor para él. Estos primeros versículos que he reproducido son de una increíble belleza y todo seguidor de Jesús se siente conmovido al leerlos y pensar en el Señor como un refugio y una fortaleza en los tiempos de necesidad, de angustia, de aflicción y de miedo.
David expresa quién es Dios para él y al leer estas palabras no he podido dejar de pensar ¿Y quién es Dios para mí? ¿Es simplemente una idea, un concepto, algo que tengo presente una vez a la semana, una vaga referencia para vivir, unos cuantos valores de uso discrecional? No es una pregunta fácil de responder; estoy seguro de que muchos de nosotros nunca nos la hemos planteado con un mínimo de profundidad y nos sentimos satisfechos sin hacerlo o con nuestras respuestas superficiales, de escuela dominical.
Pero, por si esa primera pregunta no fuera suficiente para inquietarme, su hermana vino a hacerme compañía, se hizo presente y me dijo ¿Y cómo se plasma tu respuesta en tu vida cotidiana, cómo vives lo que acabas de responder acerca de quién es Dios para ti? ¿Lo pueden notar aquellos alrededor tuyo?
¿Quién es Dios para ti? ¿Cómo se plasma en tu vida cotidiana?
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