2 CORINTIOS/ SOBRE EL DAR, EPISODIO 2/ 2 CORINTIOS 8
Porque a pesar de las muchas tribulaciones que han soportado, su alegría es tanta que han convertido su extrema pobreza en derroche de generosidad. Testigo soy de que han dado espontáneamente lo que podían e incluso más de lo que podían. Con la mayor insistencia nos rogaban que les permitiéramos colaborar en la colecta y en la ayuda a los hermanos. (2 Corintios 8:2-4)
El segundo principio que nos enseña Pablo: DAR ES UN PRIVILEGIO. La iglesia de Filipos, por lo que sabemos, era extremadamente pobre. Esta fue la razón por la cual el apóstol pensó en excluirlos de la ofrenda para los santos en Jerusalén. Pablo debió pensar que los pobres filipenses, más que dar, necesitaban recibir ellos mismos.
Sin embargo, aquellos seguidores de Jesús se tomaron el asunto como una ofensa, consideraron que se les estaba privando de un privilegio, el de dar, y a pesar -como bien indica el apóstol- de su extrema pobreza dieron más allá de sus fuerzas para suplir las necesidades de un grupo de gente al que nunca conocerían y con quien tenían el único vínculo del seguimiento común del Maestro.
Dar no es una obligación ni una carga, es un auténtico privilegio que tenemos todos los cristianos. El propio Jesús afirmó que hay más felicidad en el dar que en el recibir. Ahora bien, entender esta paradoja y vivirla no es fácil y puede afirmar sin ningún tipo de osadía que sólo aquellos que han alcanzado un determinado nivel de madurez pueden entender y practicar el gozo de dar.
Examina tu dar -en el caso que des- desde fuera, trata de ser objetivo en aquello que ves, ¿Qué percibes sobre ti mismos?
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