JESÚS/ FIDELIDAD/ MATEO 24:45-51
¡Feliz aquel criado a quien su amo, al llegar, encuentra cumpliendo con su deber! (Mateo 25:46)
Jesús, por medio de esta parábola, continúa insistiendo en la relación directa entre su segunda venida y la fidelidad de sus seguidores en relación a la tarea encomendada. Aquí se añade un matiz importante que hasta ahora no se había hecho presente, habrá una llamada cuentas sobre el ejercicio de nuestra mayordomía.
El concepto de mayordomía está presente a lo largo de toda la Escritura. Un mayordomo -literalmente, el mayor de la casa- era la persona de confianza del propietario y a quien se dejaba al cargo de la administración de unos bienes, un patrimonio, que no era de su propiedad y que tenía la responsabilidad de cuidar, hacer prosperar y sobre el cual, más tarde o más temprano, debería dar cuentas.
En este sentido, todos los seguidores de Jesús, somos mayordomos de todo aquello que nos ha sido confiado por el Señor, comenzando por nuestra vida y finalizando por nuestros recursos económicos, sociales, espirituales, intelectuales, etc. Todo le pertenece a Él y ha de ser usado para la edificación del Reino y la restauración de todas las cosas.
Esta parábola, como indicaba anteriormente, introduce el concepto de rendir cuentas de la forma en que hemos usado a lo largo de nuestra vida todo aquello que nos fue encomendado. También nos advierte que la distancia de tiempo entre la encomienda y la rendición de cuentas puede llevarnos a una actitud de laxitud, de bajar la guardia, de pensar que el amo nunca vendrá y que las cuentas nunca tendrán que ser rendidas. Es, precisamente, contra esta actitud que nos previene la parábola y nos invita al fiel cumplimiento del deber en el día a día.
Me doy cuenta que la talla en la vida cristiana no se da en los grandes hechos, decisiones o retos, sino en la fidelidad continuada del día a día, en la rutina de la cotidianidad.
¿Cómo te encontraría Jesús si viniera hoy?
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