JESÚS/ EL QUE PAGÓ LOS PLATOS ROTOS/ ISAÍAS 53:9-12



porque se entregó a la muerte y fue contado entre los malvados, cuando en realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores. (Isaías 53:12)


Hay una ley no escrita -al menos que yo sepa- que indica que siempre alguien ha de pagar los platos rotos. Cuando un plato se rompe, sea en el sentido literal o metafórico, alguien tendrá que asumir el costo producido por esa rotura. Será el causante, será el propietario del plato, será quién sea, pero siempre alguien paga.

Esta ley se aplica en todas las áreas de la vida y nos indica que cuando se produce una acción que tiene consecuencias habrá una persona que tendrá que asumirlas. Lo normal es que sea el causante, sin embargo, puesto que vivimos en un mundo injusto no siempre es así y son otros, ajenos a la acción los que asumen las consecuencias o la responsabilidad, es decir, pagan los platos rotos.

Porque siempre se han de pagar. Es iluso pensar que podemos vivir en la impunidad. Muchos ya hemos experimentado la realidad de la causa-efecto y sabemos que no es así, sin embargo, siempre hay áreas de la vida en las cuales surte efecto la impunidad y creemos, ilusoriamente, que hay una posibilidad, por remota que sea, de no pagar. Algunos son auténticos maestros en evitarlo y, consecuentemente, desarrollan un falso sentido de impunidad.

Esto la trasladamos a nuestra relación con Dios y, dado que Él no nos hace experimentar las consecuencias de nuestro pecado de forma inmediata en muchos casos, nos creemos impunes. Pensamos que esos platos rotos no hay que pagarlos. Creemos que nos hemos substraído a esa ley universal.

Nada más lejos de la realidad porque ¡Siempre alguien paga los platos rotos! En nuestro caso fue Jesús quien lo hizo para que tú y yo no tuviéramos que asumir un coste que alguien tenía que asumir. Jesús es el que ha cubierta la factura que nuestro pecado exigía. 

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