SALMO 34. RECORDAR Y ANIMAR


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Yo me siento orgulloso del Señor:
que lo escuchen los humildes y se alegren.

Glorificad al Señor conmigo,
todos juntos alabemos su nombre.

Consulté al Señor y me respondió
librándome de todos mis temores.
Miradlo y quedaréis radiantes,
vuestros rostros no se sonrojarán.
Este pobre clamó y el Señor lo escuchó,
liberándolo de todas sus angustias.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.

El salmista hace memoria de la intervención de Dios en su vida y, de forma natural, prorrumpe en un canto de gratitud y alabanza al Señor por su cuidado, protección y trabajo en su experiencia vital, en su proyecto personal. A la vez, el recordartorio de cómo él fue ayudado, le sirve para animar a otros a descansar y confiar en que Dios está al tanto, entiende su situación y, a su tiempo, intervendrá y no los dejará desamparados.

Este salmo me motiva a hacer lo mismo. En primer lugar a recordar tantas y tantas veces en que el Señor ha sido fiel y ha intervenido en mi vida. No puedo ser negligente en este sentido. De serlo, perdería la capacidad de ver que Dios siempre ha estado presente en mi experiencia y perdería la posibilidad de honrarlo, reconocerlo y darle gracias.

En segundo lugar, ver cómo el Señor obró en mi vida me impulsa a tener una palabra de ánimo y apoyo para aquellos que a mi alrededor sufren, lo pasan mal, están abandonados o se sienten así.

Un principio

Recuerda y anima.

Comentarios

  1. Exacto! Gracias Señor por tu forma sabia (y suave) de obrar y moverte en nuestras vidas...

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