PUSO SU CONFIANZA EN EL SEÑOR

El capítulo 30 del primer libro de Samuel cuenta una interesante historia. David, al escapar de Saúl se refugió en territorio filisteo y se enroló como mercenario en el ejército de uno de los reyes del país. Los filisteos decidieron hacerle la guerra a Saúl y David, como mercenario, tuvo que acudir a pelear con su amor. Sin embargo, su presencia no fue bien acogida por el resto del ejército filisteo que pensó que, en un momento dado, David podría pasarse al enemigo. Como consecuencia, le pidieron que se retirara y no participara en la batalla.

Cuando regresó con sus hombres al campamento se dio cuenta que este había sido asaltado y destruido y todas las familias de sus hombres, incluidas la suya propia, habían sido tomados como rehenes y llevados al territorio de Amalec.

Los guerreros de David no se sintieron muy contentos con la situación y querían sublevarse contra él, a quien culpaban de lo que había sucedido. Puedo imaginar la tremenda presión a la que David debió de verse sometido por parte de un grupo de personas armadas que acababan de perder a sus familias y habían visto sus hogares saqueados.

Dice, sin embargo, el texto del capítulo 30 que, David puso su confianza en el Señor. David no se amedrentó ante la presión de la gente sino que, tal y como nos indica el texto, en momentos de gran presión y en medio de una situación de gran dificultad, confió en Dios y en su capacidad de guiarlo en medio de todo aquello.

Me hace pensar cuando en mi propia vida me puedo ver presionado por circunstancias y personas. Cuando otros pueden culparme, o sentir que soy culpable, de cosas o situaciones que van más allá de mi control y sobre las cuales no he podido tener responsabilidad. En momentos de tensión, la invitación es a descansar y confiar en el Señor, no perder los nervios, consultarle a Él y buscar la mejor manera de proceder.

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