¿Y TU MISIÓN?
Pero el ángel le dijo: — No tengas miedo, Zacarías. Dios ha escuchado tu oración, y tu mujer Elisabet te dará un hijo, al que llamarás Juan. Tendrás una gran alegría y serán muchos los que también se alegrarán de su nacimiento, porque será grande delante del Señor. No beberá vino ni otra bebida alcohólica cualquiera; estará lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer y hará que muchos israelitas vuelvan de nuevo al Señor su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, hará que los padres se reconcilien con los hijos y que los rebeldes recuperen la sensatez de los rectos, preparando así al Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:13-17)
Juan nació con una misión muy específica, ser el precursor del Señor Jesús y anunciar su venida. ¿Cuál es tu misión? ¿Cuál es la contribución única y singular que estás llamado a hacer en la construcción del Reino de Dios? A lo largo de más de cuarenta años de vida ministerial me he dado cuenta que números ingentes de seguidores de Jesús viven sin tener la más mínima idea de cuál es su misión. Viven su vida cotidiana sin ningún tipo de conexión con la gran historia de Dios y su propósito de restaurar y reconciliar todo el universo con Él por medio de Jesús. A ello no ha contribuido para nada ese énfasis que en el mundo evangélico hemos dado a los llamados al ministerio. Hemos construido toda una manera de ver y entender la misión como algo reservado a unos pocos escogidos que, lo quieran o no, con intención o sin ella, se han convertido en una casta especial elevada por encima de la media. La consecuencia de ello ha sido que el mal llamado laico ha visto rebajado su ministerio y misión en la misma medida que se ha elevado el de los mal llamados siervos.
Todo seguidor de Jesús, sin excepción, está llamado a la misión de restaurar y reconciliar el universo. Ciertamente lo hacemos en ámbitos diferentes. En mi caso, como pastor, en el de las estructuras eclesiásticas. En el tuyo, lector, en el del trabajo, los estudios, el hogar y cualquier otro entorno en el cual Jesús te haya colocado. Es urgente y necesario que recuperes tu sentido de misión, de lo contrario, vivirás sin llevarla a cabo y desconectado de la gran historia de Dios.
¿Cuál es tu misión? ¿Cuál es tu contribución única y singular al Reino?
Ser luz y sal en todo lugar. Intentar llevar la libertad y sanidad del mensaje de Jesús en todos los ámbitos donde me muevo.
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