SALMO 71/ VEJEZ



No me desprecies cuando llegue yo a viejo; no me abandones cuando ya no tenga fuerzas. (Salmo 71:9)


Este salmo es conocido como la oración de un anciano. Personalmente asocio el proceso de envejecer con una creciente vulnerabilidad; siendo ésta última un estado de precariedad en el cual la persona puede ser dañada física, moral o emocionalmente. Con la vejez se van perdiendo las fuerzas y con éstas la autonomía. El universo de va reduciendo y uno va siendo consciente de que las cosas no van a ir a mejor, a lo máximo que se puede aspirar es a quedarse como está a tratar de retrasar lo inevitable. Es también cierto que hay una edad en la vida en que uno siente que es invulnerable, que nunca envejecerá, que siempre irá a más y más. El autor de Eclesiastés diría ¡Vana ilusión!

Con la creciente vulnerabilidad aparecen los miedos y las inseguridades; pienso que es inevitable que la mente se dispare y comience a imaginar los escenarios más catastróficos desde el punto de vista físico, intelectual, emocional, social y, naturalmente económico. Uno puede imaginarse en el futuro sólo y abandonado por muchas y diferentes razones que son imposibles de predecir o, si predecibles, incontrolables. Tiene pues todo el sentido la oración del salmista pidiéndole al Señor que no participe de la actitud que es muy posible que otros tengan hacia mí, desprecio y abandono. Llega pues un momento en la vida que lo único que es fiable, estable, confiable y permanente es Dios, nuestra relación con Él y su compromiso personal con nosotros de formar a Jesús en nuestras vidas. Vendrán momentos en que la dinámica propia de la vida nos llevará a la dependencia de aquel que prometió nunca te dejaré ni te abandonaré.


Lector, desconozco tu edad, sin embargo te pregunto ¿Qué o quién responderá cuando lleguen -porque llegarán- los tiempos de vulnerabilidad?

Comentarios

  1. Los años pasan casi sin darnos cuenta. Si yo ya peino canas hace tiempo. Este salmo de confianza y seguridad en el Creador es también un tributo a su fidelidad desde el vientre de mi madre (vs6) hasta ahora. Siento sus cuidados amorosos cada día de mi existencia. En cada experiencia vivida él estuvo a mi lado. Me dejó equivocarme y me ayudó a superar los fracasos. Sin Dios mí vida no tendría sentido. Gracias Señor.

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