EL SERMÓN DEL MONTE 49/ LA ORACIÓN CONFIADA E INTENCIONAL/ MATEO 7



Pedid, y Dios os atenderá; buscad, y encontraréis; llamad, y Dios os abrirá la puerta. Pues todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta. ¿Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos se las dará también a quienes se las pidan! (Mateo 7:7-11)


La oración está presente en todas las religiones; todos los fieles oran y, por eso, es importante pensar y saber a qué dios oramos, cómo es el dios que recibe la oración. Los dioses de la antiguo Grecia, por ejemplo, eran totalmente caprichosos e impredecibles; podían responder las oraciones de sus fieles de maneras jocosas, burlonas e incluso tramposas. Uno no podía confiar en ellos debido a su carácter excesivamente humano. Por eso, cuando un cristiano ora debe de tener en mente a quién van dirigidas esas oraciones, qué tipo de Dios las escucha, qué actitud tiene hacia nosotros. Jesús, como ya nos dijo anteriormente en el Sermón del Monte, señala que se trata de un Padre que es, ante todo y sobre todo, amoroso, entendiendo por este último término que siempre busca nuestro bien, lo mejor para nosotros. El resto de las Escrituras del Nuevo Testamento confirman el amor incondicional de Dios hacia sus hijos; ese mismo amor que le llevó a entregar a su propio hijo cuando aún éramos pecadores y, como afirma Pablo, si hizo eso cuando nuestra condición era la de enemigos suyos, cómo no nos dará ahora que estamos en la condición de hijos adoptados todas las cosas. Es bueno para mí entender que oro a un Padre que me ama y que puedo esperar de parte de Él aquello que es lo mejor para mí. Oro a un Padre que me permite presentarle todas mis necesidades, cargas e inquietudes. Un Padre al que puedo dirigirme con confianza y seguridad, pero ante el cual someto mis deseos, necesidades y voluntad a la suya. Porque Dios es un Padre amoroso, no un abuelo dadivoso. Él busca lo mejor para nosotros siempre y eso acostumbra a pasar por desarrollar el carácter de su Hijo Jesús en nuestras vidas.

Pero nosotros tenemos una responsabilidad, la de acercarnos al Padre en oración. El tiempo verbal que se usa en el original griego es el presente continuo que sirve para indicar una acción que debe realizarse de manera continuada. Sería más correcto traducirlo de la siguiente manera. "pedid continuamente y Dios os atenderá; buscad de forma continuada y encontraréis; llamad continuamente y Dios os abrirá la puerta". Aquí se reflejan los principios de intencionalidad, proactividad y persistencia. Todos ellos, en mi modesta opinión, sirven para valorar la importancia que le damos a nuestras peticiones; si son importantes persistiremos y esa misma persistencia nos ayudará a nosotros mismos a ver cuán prioritario es aquello que pedimos para nuestras vidas, cuán necesitados estamos de ello. En definitiva, oramos a un Padre que está deseoso de bendecirnos y buscar nuestro bien, y lo hacemos con una intencionalidad y persistencia que nos revela cuán importante es aquello sobre lo que oramos.


Algo que he encontrado muy valioso es pensar sobre nuestros pensamientos; salir fuera de nosotros mismos y observarnos. Observa tus prácticas de oración. Por la forma en que oras ¿Cómo dirías que es el Dios al que oras? ¿Qué te enseñan sobre ti mismo las oraciones que oras? ¿Qué te revela sobre ti mismo la forma en que oras, es decir, tu intencionalidad, proactividad, fervor, persistencia?

Comentarios

Entradas populares de este blog

SE PROPICIO A MÍ PECADOR

ESCLEROSIS

CORAZÓN INCRÉDULO