ROMANOS/ GUÍA PRÁCTICA PARA LA VIDA COTIDIANA 9: RESPUESTA HACIA AQUEL QUE TE HACE MAL/ ROMANOS 12:14



Bendecid a los que os persiguen y no maldigais jamás. (Romanos 12:14)


En muchos lugares del mundo todavía existen hermanos en la fe que son perseguidos a causa de la misma. Oramos por ellos y hacemos bien al llevarlo a cabo, sin embargo, sospecho que ellos tienen mucha más madurez y responden de una forma más correcta a la persecución que nosotros en nuestras realidades tan distantes de las suyas.

Para la mayoría de nosotros la persecución es simplemente una posibilidad más teórica que real. Ahora bien, muchos de nosotros sufrimos en nuestras vidas el impacto negativo de otros que de forma intencional y premeditada buscan hacernos mal a nivel físico, emocional, social, espiritual o incluso una combinación de todos ellos ¿Quién está exento en sus relaciones interpersonales de situaciones de este tipo? Aquí es donde aplica lo enseñado por Pablo.

Lo que el apóstol nos plantea es que bendigamos a estas personas y no les maldigamos. Pensemos bien lo que nos está sugiriendo. Alguien -a modo de ejemplo- en el trabajo nos hace la vida imposible de un modo u otro. Su comportamiento nos afecta, y aún más, genera en nosotros amargura, resentimiento y un estado anímico que hace que el simple hecho de pensar en volver a nuestro lugar de trabajo nos genere ansiedad y angustia. Además, nadie va a hacer nada por aliviar o remediar esa situación ¿Cómo aplicamos el principio bíblico en esta situación?

¿Es una actitud masoquista ante la vida lo que nos está sugiriendo el Señor? Honestamente, no lo creo. Más bien pienso que Dios nos está protegiendo del poder destructivo de la ansiedad, el rencor, el resentimiento y la amargura que puede generar en nosotros el sentirnos perseguidos o maltratados por otros. Esos sentimientos, más que lo que la otra persona haga o deje de hacer, pueden destruirnos emocionalmente, produciendo un colapso de nuestras mentes que pueden llegar a ser incapaces de generar ningún otro tipo de respuesta. De este modo, el ofensor, el perseguidor, el acosador, produce un doble efecto sobre nosotros, el daño directo que infringe y la destrucción emocional y moral que nos produce.

Sara, mi esposa, y yo tenemos un dicho que nos repetimos a menudo: "no podemos odiar aquel por quien podemos orar" Orar, bendecir, interceder por la persona que nos persigue es una manera de imitar a Jesús -quien perdonó a los que le mataban- a muchos de nuestros hermanos a lo lago de la historia que nos precedieron en actuar así y de proteger nuestra vida emocional y espiritual.



¿Quién hay en tu entorno por quien puedas orar en vez de odiar? ¿Qué vas a hacer al respecto?

Comentarios

Entradas populares de este blog

SE PROPICIO A MÍ PECADOR

ESCLEROSIS

CORAZÓN INCRÉDULO