ROMANOS/ GUÍA PRÁCTICA PARA LA VIDA COTIDIANA 11/ UNANIMIDAD, HUMILDAD Y CARENCIA DE NECEDAD/ ROMANOS 12:16
Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. (Romanos 12:16)
La vida en una comunidad de seguidores de Jesús no es nunca fácil porque se trata de un grupo de seres humanos -entre los que me encuentro- defectuosos, miserables y en pleno proceso de restauración, rehabilitación, recuperación. Por tanto, todos estamos sometidos a la tensión entre lo que somos y lo que queremos ser y esto, no únicamente se pone de manifiesto en nuestra vida personal, también en nuestra vida comunitaria.
Pablo habla de tres aspectos que pueden contribuir a que la comunidad sea lo que debería ser, a saber, un modelo de cómo el Reino de Dios afecta a las relaciones interpersonales, un avance de lo que debería ser una humanidad redimida. El primero de ellos es la unanimidad, que es definida en el diccionario como un mismo parecer, sentir o voluntad con respecto a algo. Me permitiría una interpretación libre que sería el poner el énfasis sobre las mismas cosas y que estás sean las verdaderamente importantes. Podemos tener diferentes aproximaciones a temas como el gobierno de la iglesia, el uso de los dones, el papel de la mujer, la doctrina de los últimos tiempos y un largo etcétera. No hay, sin embargo, duda que el Maestro nos llama a ser agentes de restauración y reconciliación en un mundo roto y a una práctica apasionada e indiscriminada del bien. Hay debemos construir puentes de unión entre todos los seguidores de Jesús.
La segunda consiste en no despreciar a otros, no considerarlos inferiores o menos dignos por las razones que sean. Algo que distinguía en sus comienzos a la comunidad cristiana era su carácter igualitario. En ella, como el mismo Pablo afirma, las distinciones de género, raza, condición económica o social desaparecían simple y llanamente. Hoy en día persisten -iglesias segregadas en muchos países- diferente actitud hacia el letrado y el iletrado, menosprecio a ciertos hermanos por su carencia de educación formal, su olor corporal y un largo etcétera contra el que el apóstol nos invita a luchar.
Finalmente, no ser sabios en nuestra propia opinión. La idea que transmite Pablo está en línea con lo que indica el libro de los Proverbios donde una y otra vez se indica la triste situación del necio, aquel que se empecina, se cierra, se enroca en su propia manera de ver las cosas y oscila entre la negativa a considerar ningún punto de vista diferente hasta anatemizar, despreciar o incluso combatir al hermano que ve la realidad desde un punto de vista diferente.
Para terminar sólo incidir en el hecho de que estas tres actitudes son intencionales en su desarrollo, es decir, no pasarán porque si, se darán si yo las trabajo activamente en mi vida y mis relaciones con los demás, si soy capaz de detectarlas cuando aparecen y combatirlas sin piedad.
¿Hasta que punto están presentes estas actitudes en tu vida? ¿Qué te sugiere el Espíritu de Dios que hagas al respecto?
Comentarios
Publicar un comentario