JESUS/ EN LUGARES INSOSPECHADOS/ MATEO 2: 1-12
Entraron entonces en la casa, vieron al niño con su madre María y, cayendo de rodillas, lo adoraron. Sacaron luego los tesoros que llevaban consigo y le ofrecieron oro, incienso y mirra. (Mateo 2:11)
El pasaje narra la aventura de los sabio que desde oriente iban en busca de Jesús. Como el sentido común marca fueron a Jerusalén, la capital del reino para poder hallar al rey que, según sus presiones astrológicas, había nacido. Dentro de la capital buscaron en el lugar donde se suponía que un monarca debería estar, el palacio real.
Sin embargo, no encontraron a Jesús ni en el palacio ni en la capital. El encuentro con el recién nacido rey se produjo en una pequeña aldea y en una casa carente de lujo y ostentación, seguramente una de las humildes, sencillas y pequeñas viviendas que poblaban el pueblo de Belén.
Para mí la lección es clara, vamos a encontrar a Jesús en lugares insospechados y más vale que nos vayamos acostumbrando a verlo y hallarlo en aquellos espacios y situaciones en los que nunca se nos ocurriría que Él puede estar.
Jesús se manifiesta en medio de la rutina de la vida cotidiana, donde no hay nada aparentemente espiritual. Con Él nos encontramos en el trabajo, la universidad, el hogar, el hospital, la fabrica, la guardería. Creo que quien no sepa encontrar a Jesús en medio de su vida de cada día, quien no desarrolle la capacidad de percibirlo en esos contextos vivirá una espiritualidad fragmentada centrada en el local que usamos los domingos para reunirnos y desconectada de la realidad del día a día.
Me gusta la actitud de los sabios de oriente, no lo encontraron donde pensaban pero, no cejaron en su búsqueda y la recompensa fue el encuentro con el Dios hecho ser humano en el contexto de un humilde hogar. Jesús no está donde tú consideras que ha de estar, aparece donde Él decide manifestarse.
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