CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE ROMA/ EL EJEMPLO DE ABRAHAM/ ROMANOS 4: 13-25
Lejos de hacerle caer en la incredulidad, la promesa de Dios robusteció su fe. Reconoció así la grandeza de Dios y manifestó su plena convicción de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete. Esto precisamente le valió para ser amigo de Dios. Y cuando dice la Escritura “le valió” no se refiere únicamente a Abrahán, sino también a nosotros a quienes “nos valdrá” igualmente, a nosotros que creemos en el que resucitó a Jesús, nuestro Señor, a quien Dios entregó a la muerte por nuestros pecados y resucitó para ser nuestra salvación.(Romanos 4:20-25)
Pablo continua ilustrando el ser declarados justos por medio de la fe con el ejemplo de la vida de Abraham y como, precisamente, su confianza en las promesas hechas por el Señor le valió el ser declaro amigo suyo.
El ser declarados justos por medio de la fe tiene muchas consecuencias muy importantes. Para mí, la primera de ellas es el sentirme totalmente amado y aceptado por un Dios que conoce a fondo mi realidad y que lejos de avergonzarse de ella, la acepta y me acoge sin condiciones.
La segunda, es que al saberme amado y aceptado no debido a mi realidad, sino más bien a pesar de ella, puedo comenzar el proceso de aprender a amarme y aceptarme como soy y, consecuentemente, comenzar a cambiar sabiendo que mi posición ante Dios es segura e inamovible debido a la gracia.
La tercera, y no menos importante, es que puedo aprender a amar y aceptar a otros y otorgarles la misma gracia que me ha sido otorgada a mí, sabiendo que únicamente la gracia cambia y redime a la gente y que mi ofrecimiento de la misma a otros, si bien puede ser usada de forma incorrecta, es la única posibilidad de que sean transformados.
Todo lo opuesto también es cierto. Me explicaré. Si no entiendo y acepto el amor incondicional del Señor tampoco me podré amar y aceptar en mi propia realidad como ser humano y si eso no sucede tampoco podré otorgarle gracia a otros.
Comentarios
Publicar un comentario