EL SERMÓN DEL MONTE 50/ LA REGLA DE ORO/ MATEO 7



Portaos en todo con los demás como queréis que los demás se porten con vosotros. ¡En esto consisten la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas! (Mateo 7:12)

Este breve pasaje de Jesús es conocido como la regla de oro. Según los comentaristas de la Biblia representa el cenit del Sermón y de todas las enseñanzas de Jesús y la base de toda la ética del cristianismo; es una afirmación que sirve para sustentar tanto la ética personal como la social. Existe lo que podríamos llamar una versión negativa de la regla; es la que afirma que no hagamos a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros. En esta forma la podemos encontrar en el judaísmo previo a Jesús y también en otras religiones del mundo; forma parte también de la enseñanza de los filósofos griegos y romanos. Si hay algo que no quieres para ti, no lo procures para los demás.

Sin embargo, según los estudiosos bíblicos Jesús ha sido el único que ha enunciado la regla de oro de forma positiva y, por tanto, ha ido un paso más allá de lo hasta entonces establecido. En su versión negativa -y es todo un adelanto- se evita el mal; no hago a otros aquello que yo no quisiera que me hicieran a mí. En su versión positiva y en línea con todo lo que hasta ahora ya ha enseñado el Maestro se busca el bien de forma intencional y proactiva en los demás; actúo como lo haría el Padre, que tal y como nos enseñó Jesús, de forma constante está haciendo el bien tanto a los justos como a los injustos. Muchos de nosotros ciertamente no hacemos mal a nadie; en ocasiones, no porque seamos virtuosos, sino por miedo a las consecuencias que se podrían derivar de nuestras acciones. El problema, sin embargo, es que tampoco hacemos bien a nadie. Nos podemos refrenar del mal, como decía antes debido a sus consecuencias, pero no tenemos la capacidad, la intencionalidad de hacer el bien que siempre está a nuestro alcance. Esta es, en definitiva, la gran aportación de Jesús, el gran salto adelante; el Maestro no sólo espera de nosotros que no hagamos el mal a nadie, sino que hagamos de forma intencional el bien a todos. Es algo tan importante que no duda en afirmar que en eso se resume toda la ley y los profetas.


Valora tu vida a la luz de la regla de oro tanto en su versión negativa -no hacer mal a otros- como la positiva -hacer intencionalmente a otros lo que te gustaría que te hicieran a ti-. ¿Qué ves? ¿Qué deberías hacer? ¿Quién hay a tu alrededor necesitado de que le trates como quieres ser tratado?

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