2 CORINTIOS/ MI OBJETIVO / 2 CORINTIOS 4:16-18



Y es que nuestro objetivo  no son las cosas que ahora vemos, sino las que no vemos todavía. Esto que ahora vemos, pasa; lo que aún no se ve, permanece para siempre. (2 Corintios 4:18)


Me parece inevitable que en la vida pasemos por etapas de desánimo, frustración y cansancio. En lo personal, me doy cuenta que me acostumbra a pasar cuando me desenfoco, cuando pierdo el objetivo y me centro en las cosas que son secundarias. A menudo, los demás, sus actitudes, las expectativas que he depositado sobre ellos y no he visto cumplidas, mi incomprensión de determinadas conductas y/o actitudes hacen que me concentre en lo que veo y se produzcan esos estados de ánimo que antes indicaba. Me olvido que mi objetivo no son esas cosas que, en definitiva, son pasajeras, sino que mi objetivo es lo que no se ve, mi objetivo es Dios, mi objetivo es parecerme cada día más y más a Jesús, mi primera y principal audiencia es mi Padre, el resto, son espectadores.

El destino de mi viaje es Dios y no quiero perder nunca de vista esa realidad, no quiero que las realidades temporales me alejen del objetivo y mientras camino hacia él quiero hacerlo acompañado de mi familia y en el camino (eso sí, sin perder nunca el objetivo) ir haciendo bien a todos aquellos que me encuentro a lo largo del mismo, pero sin expectativas equivocadas, sin mirar ni a izquierda ni a derecha. Más bien, como dijo el autor del libro de Hebreos, puestos los ojos en Jesús.


¿Dónde están puestos tus ojos?

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