1 CORINTIOS/ HACER SAGRADA LA VIDA COTIDIANA/ 10:23-33
En cualquier caso, tanto si coméis como si bebéis o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios 10:31)
Pablo afirma una verdad gigantesca, cualquier cosa, insiste el apóstol, cualquier cosa que hagamos puede convertirse en un acto de adoración y alabanza que genere gloria a Dios. Lo que cuenta, según afirma Pablo, no es lo que haces, lo que cuenta es la actitud y la motivación con la que lo haces. Nosotros estamos acostumbrados, debido a nuestra formación, a que las cosas "verdaderamente" sagradas ocurren en la iglesia, cuando nos reunimos con otros creyentes para dar gloria a Dios por medio de algunas actividades que incluyen situaciones religiosas como la música, la predicación, la oración, etc. Otros, más avanzados en esta materia, pueden considerar que ese carácter sagrado también se extiende a sus tiempo devocionales, los tiempos de comunión con el Señor por medio de la oración, el estudio de la Palabra, el ayuno, etc. Pero ¿Cuántos de nosotros afirmaríamos que dar clases en la universidad, cambiar los pañales a nuestro hijo pequeño, cuidar a nuestra madre enferma, limpiar la vajilla después de comer, prepararse para un examen, limpiar las calles, trabajar en una fábrica, conducir un camión, y un etcétera tan grande como queramos, constituyen actos de adoración y alabanza, son actividades profundamente sagradas?
Pues eso es precisamente lo que está, de forma revolucionaria, afirmando el apóstol en estas palabras, cuando algo brinda gloria a nuestro Dios, eso es un acto de alabanza, y siguiendo con su argumento, cualquier cosa puede convertirse en un acto de alabanza cuando la actitud, la motivación y el corazón son correctos. Esta verdad tiene el potencial para cambiar la manera en que vivimos nuestra vida cotidiana. Puede darle sentido, valor y significado a muchas cosas que para nosotros son pura rutina, incluso tedio. Puede impregnar de otra dimensión muchas cosas que de otra forma nunca nos podrían proporcionar ninguna satisfacción y que de este modo pueden convertirse en un tributo personal a nuestro Dios.
Si lo pensamos bien y profundamente lo que Pablo indica no le quita valor a lo que hacemos el domingo en el mal llamado templo ¡Para nada! lo que hace es extender ese sentido sagrado a todos los días de la semana y a todas las actividades de la misma. Lo que tiene valor a los ojos del Señor no es lo que se hace o dónde se hace. Lo que cuenta y le otorga valor es la actitud y el corazón con que se hace.
¿Cómo puede cambiar esto tu percepción de tu vida cotidiana?
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